Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de septiembre de 2024
Al ver que personas egoístas quieren arrebatarme lo que es mío, y privarme del único consuelo de mi vida, me siento tan rabiosa, que sería capaz de acciones indignas de mi categoría y de mi nombre. No me parece la situación de usted le dije ni tan triste ni tan desesperada como la ha pintado. Usted puede reclamar a su hija, llevándosela para siempre consigo.
Perfectamente, hija mía contestó el Conde con una ligera sonrisa. ¡Ah! exclamó Judit, desesperada; esa desgraciada carta le prueba que soy una pobre muchacha sin talento, sin educación, que se avergüenza de su ignorancia y que daría cualquier cosa por salir de ella... Pero ¿cómo he de lograrlo, si usted no viene en mi auxilio, si no me ayuda con sus consejos y su apoyo? ¿Qué quiere usted decir?
Así, con esa fe desesperada, con la amarga complacencia de haber sabido comprender la estéril verdad, había vivido años, y estas opiniones se reflejaban demasiado fielmente en su arte, que era negador, frío y amargo.
Desesperada por tan terrible desgracia, y todavía más pensando en que Cirilo suspendería definitivamente el matrimonio, estuvo a punto de suicidarse. Pero aquél se condujo en tal ocasión como un hombre de alma grande y generosa; no sólo no suspendió la boda, sino que la precipitó cuanto pudo.
Al ver que llegaba la mañana y no aparecía, la pobre estaría desesperada, pensando que quizá me habría ocurrido alguna desgracia. Comenzaron a salir las lanchas pescadoras. Grité, pero iban demasiado lejos para que me oyesen; tampoco era fácil que me pudieran ver.
Os repito, señor barón, que la empresa pudiera muy bien resultar superior á nuestras fuerzas. Esos buques piratas son de primer orden y sus tripulantes gente desesperada, que lucha hasta morir. Pues amigo, os envidio la buena vista que tenéis, contestó el señor de Morel con imperturbable calma, guiñando sus ojillos irritados.
Y horas más tarde, al anochecer, la vuelta desesperada al hogar, marchando desalentado a la luz de las estrellas, haciendo eses en el camino como si estuviera ebrio, sintiendo que las lágrimas le escarabajeaban en los párpados, queriendo morir, como el que necesita pasar adelante y se rompe los puños contra un muro inmenso de bloques de hielo. ¿No se fijaba en él? ¿no veía los inmensos esfuerzos que hacía para agradarla?... Ignorante, humilde, reconociendo la inmensa diferencia que separaba a ambos por su distinta vida, ¡qué de esfuerzos para llegar a su altura; por colocarse al nivel de aquellos hombres que la habían poseído por unos días o por años enteros!
Así pasaron por el pueblo, donde se decía ya que habiéndose dirigido el Rey al castillo la noche anterior, para reconvenir amistosamente a su hermano por el trato dado a uno de los amigos del Rey prisionero en la fortaleza, se había visto atacado a traición; que tras una lucha desesperada habían perecido el Duque y varios caballeros suyos, y que el Rey, aunque herido, había logrado apoderarse del castillo.
Se abrochaba su vestidillo humilde diciendo: «Ya tengo otra vez la librea de la miseria». Eponina salió, dejándolos solos. De repente Isidora se fue derecha hacia Miquis, y cruzando las manos delante de él, le dijo con acento de intenso dolor: «¡Amigo, estoy desesperada! ¿Qué tienes? le preguntó él, sintiendo ante aquella pena y aquellas lágrimas una cobardía dulce. ¡Estoy desesperada!
Pero te obstinabas, no sé por qué en ser monja: habías dado un paso decisivo, y era necesario dar otro paso contrario, decisivo también; me daba miedo tu resolución... tú estabas sin duda desesperada... No me contestó tristemente. Tú has amado, Amparo; amas. ¿Es decir que somos hermanos...? ¿que es usted tan generoso que no mira en mí siempre más que a la pobre Amparo?
Palabra del Dia
Otros Mirando