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Y por lo que hace á la desigualdad de fuerzas, creed que me infunde gran confianza el aspecto de aquel galeón amarillo que allí me espera, y que con mi gente á bordo no temeré los ataques de dos ni de tres barcos piratas. Hoy mismo nos haremos á la vela. Perdonad, señor barón dijo entonces uno de los que acompañaban al corregidor.

Los corsarios alemanes se aproximaban á sus presas ostentando banderas neutras para engañarlas y que no huyesen. Los submarinos permanecían ocultos detrás de pacíficos veleros, para surgir de pronto junto á los vapores sin defensa. Los procedimientos más felones de los antiguos piratas habían sido resucitados por la flota germánica. El no temía á los submarinos.

Algunos de los ribereños de la isla comercian con los europeos, vendiéndoles el trépang, que abunda en aquellas playas, las finas especierías, las maravillosas aves del paraíso, tan estimadas por sus plumas, o la plata y el oro que extraen en gran cantidad de sus montañas; pero en el interior habitan las naciones de los alfuras, los arfakis y otras montaraces y belicosas, que son feroces caníbales, y en las playas abundan los piratas, dedicados principalmente a la trata de esclavos, y a los cuales temen muchísimo los habitantes de las regiones marítimas.

Y digo yo, amigo Simón ¿no es también regla el dar á cada soldado medio cuartillo de vino mientras espera á los piratas con el gaznate seco? preguntó Tristán de Horla. Eso vendrá después, borrachín, pero ahora hay que ganarlo. Cada uno á su puesto, que ó mucho me engaño ó apuntan por allí dos mástiles, tras las Agujas de Coves.

El primero y el último, son edificios sólidos y espaciosos; en cuanto á la iglesia estaba reconstruyéndose. Un sólido castillo, hoy rodeado de malezas, estuvo llamado en otro tiempo á defender al pueblo contra los desembarcos de los piratas joloanos. Dicho castillo se encuentra á un tiro de fusil del Tribunal.

Se repartieron fraternalmente las cinco galletas, que desaparecieron en dos bocados, y después, tendiéndose sobre las esterillas, se entregaron al sueño bajo la vigilancia del piloto, pues habían pasado la noche en constante alarma. El día transcurrió lentamente, sin que los piratas intentaran un nuevo ataque.

Tres disparos resonaron: dos piratas fueron muertos, y un tercero quiso huir lanzando ayes; pero fué a caer entre la yerba. Los demás lograron llegar hasta el bosque, no sin recibir otra rociada de balas. ¡Es valiente esa canalla! exclamó Van-Horn . Si cortan unos cuantos horcones más, dan en tierra con la casa.

Zelayeta sentía, como yo, el entusiasmo por la isla desierta y por los piratas, y, como tenía talento para ello, dibujaba los planos de los barcos en que íbamos a navegar los dos, y de las islas desconocidas en donde pasaríamos el aprendizaje de Robinsones.

Tratarán de rendirnos por hambre. No, tío dijo Hans ; no esperarán tanto, pues veo que vuelven a la carga: ¡mira! Acercáronse todos a la puerta y vieron a los piratas avanzar por la explanada. Se deslizaban como serpientes amparándose en los matorrales. ¿Tratarán de cortar los horcones? preguntó Van-Horn, aterrorizado . ¡A ellos, señor Cornelio!

Después de referir otras muchas aventuras, declara que había caído en manos de piratas, libertándose de ellos por la intercesión de San Patricio. El Rey pagano perdona á Ludovico, en atención á sus maldades, el crimen de ser cristiano, pero deja caer todo el peso de su cólera en San Patricio.