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Se asustaba al pensar en el odio acumulado por este hecho y en la próxima venganza. El nombre de Ferragut era objeto en Berlín de una atención especial; en todas las naciones de la tierra lo repetían en aquellos momentos los batallones civiles de hombres y mujeres encargados de trabajar por el triunfo germánico. Los comandantes de los submarinos se pasaban informes acerca de su buque y su persona.

La luz del sol, que se iba levantando, formaba en las ondas rieles luminosos y se diría que penetraba por curiosidad en el seno transparente del agua para iluminar las grutas y los alcázares submarinos que allí se esconden. La costa europea había quedado lejos.

Había estado al principio de la guerra en otro buque que iba de Londres á Nueva York, y recordaba las noches de inquietud, los días de ansiosa vigilancia espiando el mar y la atmósfera, temiendo de un momento á otro la aparición de un periscopio sobre las aguas ó el aviso eléctrico de un vapor torpedeado por los submarinos. En este mar se podía vivir tranquilamente, como en tiempos de paz.

Jaime venía a pescar todos los días de calma en un estrecho canal, entre la isla y el Vedrá. Era en los días buenos un río de agua azul, con peñascos submarinos que asomaban sobre la superficie sus cabezas negras. El gigante se dejaba abordar, sin perder por eso su aspecto imponente, duro y hostil.

Que los zoófitos, continuando sus construcciones, podrían reunir un día todas las islas diseminadas por el océano Pacífico. Eso es un desatino, Cornelio; pues, como te he dicho, los zoófitos comienzan a construír en la cima de los montes o volcanes submarinos. Debe de haber muchísimos montes y volcanes bajo las aguas del océano Pacífico.

te refieres á los submarinos, Tòni, á los pequeños submarinos que existían al empezar la guerra: cigarros de acero frágiles, que navegan mal á ras del agua y pueden abrirse al menor choque... Pero ahora hay algo más: hay el sumergible, que es como un submarino resguardado por un casco de barco, el cual puede marchar oculto entre dos aguas y al mismo tiempo puede navegar sobre la superficie mejor que un torpedero... no sabes de lo que son capaces los alemanes.

Ferragut quiso saber cuándo había llegado, y el portero, elevando los ojos, se entregó á un largo cálculo mental... Al fin marcó una fecha, y el marino, á su vez, compulsó sus recuerdos. Se dió en la frente una palmada, ruda como un puñetazo. Era su hijo el joven que había visto entrando en el albergo cuando él marchaba á encargarse de la goleta para llevar combustible á los submarinos alemanes.

El capitán le animó con su sonrisa al ver que vacilaba de nuevo. Le habló mal de , ¿no es cierto? , señor; muy mal, con palabras muy feas. Dijo que tenía una cuenta que arreglar con usted y que deseaba ser el primero en encontrarle. Según dió á entender, los otros submarinos también le buscan... Sin duda es una orden. Se cruzó una larga mirada entre Ferragut y su segundo.

Toda persona lleva dentro un contrabandista... Además, gracias á los navegantes del fraude, los pobres fumaban mejor y más barato. ¿A quién asesinaban con sus negocios?... ¿Cómo se atrevía Ferragut á comparar estas faltas á la ley, sin perjuicio para las personas, con la tarea de ayudar á los piratas submarinos en la continuación de sus crímenes?...

Había recibido de Marsella un largo telegrama referente á Ferragut. Un espía sometido á la justicia militar le acusaba de haber trabajado en el aprovisionamiento de los submarinos alemanes. ¿Qué hay de eso, capitán?... Ulises quedó indeciso, mirando la cara grave del marino encuadrada por una barba gris. Este hombre inspiraba confianza.