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Actualizado: 13 de junio de 2025


De paso habló de túneles submarinos, mencionó un proyecto de don Custodio, recordó la ilustracion y los largos viajes del sacerdote. Despues y para formar contraste, la pintura del ladron: miedo, locura, azoramiento, torva mirada, facciones desencajadas y ¡fuerza de la superioridad moral de la raza! ¡su respeto religioso al ver allí congregados á tan augustos personajes!

Freya tenía la certeza de que trabajaban en el aprovisionamiento de los submarinos existentes en el Mediterráneo español. Todos conocían al capitán Ferragut por el suceso de Marsella, y hablaban de su persona con lúgubres reticencias.

Su hermano había muerto poco antes; pero quedaban sus innumerables sobrinos, jóvenes que habían abandonado los placeres y comodidades de la alta sociedad para ofrecer sus vidas. Unos, pertenecientes á la marina, se embarcaban en buques pequeños, torpederos y submarinos, buscando los mayores peligros; otros ingresaban como oficiales en el ejército de tierra.

Aquella travesía resultaba peligrosa; reinaba á bordo una continua vigilancia por miedo á los submarinos y á las minas flotantes; pero Gillespie tenía entonces como inseparables compañeros la alegría de una juventud ansiosa de aventuras y el entusiasmo del que va á exponer su vida por un ideal generoso.

La navegación no podía ser mejor. El Mediterráneo era una llanura de plata bajo la luz de la luna. De la costa invisible llegaban tibias bocanadas de perfume campestre. Los grupos de la cubierta hacían memoria, con una satisfacción egoísta, de los grandes peligros que arrostraban las gentes al embarcarse en los mares del Norte, plagados de submarinos alemanes.

Su enorme estatura y su vigor le permitirán colocar grandes rocas en los fondos submarinos más aprisa que lo hacen nuestros buzos y nuestras máquinas.

Ulises examinó curiosamente á los dos compañeros de flotación. ¿Estos eran los famosos submarinos?... Vió en su cubierta de acero escotillas redondas y salientes como chimeneas, por las que asomaban grupos de cabezas. Los oficiales y tripulantes iban vestidos como pescadores de las costas del Norte, con traje impermeable de una sola pieza y casco encerado.

Los palos y chimeneas, achicados por esta transformación, parecían corresponder á otro buque más pequeño. Todos estos vapores mercantes y pacíficos llevaban un cañón en la popa para librarse de los corsarios submarinos. Inglaterra y Francia habían movilizado sus tramps, sus barcos vagabundos, y empezaban á darles medios de defensa.

Eran escasos los reverberos en la ciudad, y además tenían los vidrios pintados de azul. Los farolones de la escalinata del Casino estaban enfundados como las linternas de un coche fúnebre. La amenaza de los submarinos alemanes mantenía á todo el principado en la obscuridad, lo mismo que las costas de Francia.

Luego sonrió levemente, moviendo los hombros lo mismo que si hubiese escuchado algo absurdo... ¿Acaso los alemanes tenían submarinos en el Mediterráneo? ¿Podía una de estas máquinas navegantes, pequeñas y frágiles, hacer la larga travesía desde el mar del Norte al estrecho de Gibraltar?

Palabra del Dia

rigoleto

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