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Actualizado: 27 de septiembre de 2024


Sin embargo, la capillita en cuestión tenía aún sus fieles, escasos, pero tenaces; aldeanas viejas apegadas a las antiguas costumbres como a las antiguas modas, y que iban a quemar un cirio por la curación de alguna enfermedad, rudos pescadores que en la tormenta han puesto su confianza hereditaria en la Virgen que acogía los votos de sus padres, y jóvenes prometidos, supersticiosos como todos los enamorados, que van a encender dos cirios juntos cuya llama más o menos viva es el símbolo de su amor.

Se veía a él, pobre niño, enteco y enfermizo, pasando dos y tres horas arrodillado en la iglesia, sin gustar jamás el placer de correr al aire libre como los hijos de los miserables pescadores, sin tener un compañero con quien comunicar sus inocentes pensamientos. Un día igual a otro. El cielo siempre plomizo. La mar bramando tristemente en las peñas.

Cornias era sobrio de palabras naturalmente, y en aquella ocasión fue hasta mezquino; pero como aún tenía el susto bien patente y lo visto por los pescadores no se veía a todas horas en un yacht como aquél, de vuelta de un paseo por la mar, la mezquindad de las respuestas agravaba el aspecto del asunto.

17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, que el Reino de los cielos se ha acercado. 19 Y les dice: Venid en pos de , y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron. 21 Y pasando de allí vio otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.

Debería estar rodeada de alguna cosa que recordare la vida, flores, pajarera, una conchita llena de agua de mar donde podría llevar todos los días sus descubrimientos, las pequeñas curiosidades que la proporcionarían los pescadores.

Yo, únicamente, que he pasado por las dos épocas, comprendo cuánta verdad encierra lo que le estoy diciendo: para que usted lo comprendiera del mismo modo, sería preciso que tocase y palpase aquello cuyo recuerdo le merece tan desdeñosa compasión; es decir, que junto á este Santander de cuarenta mil almas, con su ferrocarril, con sus monumentales muelles, con su ostentoso caserío, con sus cafés, casinos, paseos, salones, periódicos, fondas y bazares de modas, surgiese de pronto la vieja colonia de pescadores, con sus diez mil habitantes y seis casas de comercio provistas de Castilla por medio de recuas, ó de carros de violín; la vieja Santander sin muelles, sin teatro, sin paseos, sin otro periódico propio ó extraño que la Gaceta del Gobierno, recibida cada tres días.

Cuando mi padre llegaba a Lúzaro se reunía con otros pilotos, marineros y pescadores, y charlaba con ellos, y algunas veces cantaba y alborotaba, en su compañía, por las calles. Todos los que le conocieron me han asegurado que era un hombre de gran corazón. He sentido siempre una gran pena por no haberle llegado a conocer. Hubiéramos sido buenos amigos.

Así fué cómo nuestros pescadores del Norte, contra su voluntad, descubrieron la América polar trayendo de allí las espantosas visiones de la fúnebre Groenlandia. Cada país tiene sus narraciones, sus cuentos sobre el mar.

Sentía Febrer en esta nueva existencia el deleite del que ocupa sitio cómodo para presenciar un espectáculo interesante. Aquellos campesinos y pescadores, belicosos nietos de corsarios, eran para él agradables compañeros de existencia.

Mientras los pescadores descansaban tranquilamente en las tiendas, los hombres de guardia, que velaban alrededor de las fornallas, distinguieron, hacia las tres de la mañana, una luz en una altura, como a tres millas de la costa.

Palabra del Dia

jediael

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