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La pobre niña comprendió, según creo, más de lo que yo le decía: sus grandes ojos asombrados se llenaron de lágrimas y me saltó al cuello. Partí. El ferrocarril me condujo á Rennes, donde pasé la noche. Esta mañana monté en una diligencia que debía dejarme, cinco ó seis horas después, en la pequeña ciudad de Morbihan, situada á poca distancia del castillo de Laroque.

El dia que reciba un sacudimiento profundo que la arroje sobre el terreno de los hechos, la juventud española hará prodigios: hoy...no hace mas que soñar, conversar y vegetar.... Un paseo popular. Mi compañero. El valle de Aranjuez. Un grupo de periodistas. Una corrida de toros. El monte en ferrocarril. La visita de los Reales sitios es un asunto de interes para todos los extranjeros.

¿No cree usted que solamente el ferrocarril ha de alterar notablemente la fisonomía local de Santander? Y á propósito, ¿qué hay de ese proyecto? Que ha llegado á ser casi una realidad, y que muy pronto se van á empezar las obras. ¡Dios quiera que con ellas no se ponga en un conflicto á la población! No comprendo.... Por de pronto ya se nos ha llenado el pueblo de gente extraña...; ¡ay, qué tipos!

La desdichada no había tenido mas horas de alivio que las del tránsito por el ferrocarril de Panamá.

Allá en Buenos Aires estudiaban el asunto con toda calma, y los peones, perdida la paciencia, echábanse al hombro el saco de ropa para huir á pie ó en ferrocarril de un lugar donde ya no entraba dinero y cada vez era más general la pobreza. El almacén había descendido á boliche y tenía un aspecto fúnebre.

Si en los afueras de la ciudad ó en los hermosos boulevards que van de la estacion del ferrocarril de Malínas hasta la plaza del Teatro, se destacan á uno y otro lado nuevos y elegantes edificios que tienen todos una planta casi uniforme, en el interior ó la parte antigua de la ciudad todo parece oscurecido por un inmenso crespon, por una atmósfera cargada del polvo y los gases del carbon de piedra que se consume allí en enorme cantidad.

¡Qué libertad ni qué calabazas!... Libertad para trabajar..., ésa es la única que nos hace falta... Caminos, puentes, fábricas, saneamientos de terrenos, ferrocarriles y puertos; eso es lo que pide nuestra desgraciada nación... La libertad que ustedes los progresistas ambicionan es la libertad de morirse de hambre... Cuando considero que si no hubiera sido por la Gloriosa nuestro ferrocarril estaría ya a punto de terminarse, me acomete tal desesperación...

El ferrocarril, que llama ya á sus puertas, desarrollará los elementos de riqueza que posee de muy antiguo aquel país, juntamente industrial, ganadero y agrícola.

Entre tanto haría yo mis preparativos de viaje, y me contestaría él dándome las necesarias instrucciones para llegar a su casa desde la última estación del ferrocarril.

No se espera gente de afuera aquella tarde; Juan Jerez no está en la ciudad: fue el viernes a defender en el tribunal de un pueblo vecino los derechos de unos indios a sus tierras, y aun no ha vuelto. Lucía hubiera estado más triste, si no hubiera tenido a su amiga a su lado. Juan no puede venir. Ferrocarril no hay hoy. A caballo, es muy lejos.