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A ella es a quien ha debido su vivacidad, la rapidez de su acción, la libertad de abarcar las épocas y los lugares más alejados unos de otros, esas bruscas transiciones gracias a las cuales el juglar antiguo y el cronista, venido tras él, transportaban a su antojo la atención de los oyentes del uno al otro lado de los lugares donde se desenvolvía el relato.

La prensa periódica ha podido, en algún caso, prestar servicios al novelista, aunque en las épocas de régimen autoritario es difícil hallar en los papeles públicos un reflejo, ni aun siquiera pálido, de la vida común.

Finalmente, en otras dos épocas, que caen al principio del verano y del invierno, se tienen los días más largos con las noches más cortas, y los días más cortos con las noches más largas: estos son el solsticio de verano y el de invierno.

La fe en lo divino y el sentimiento de lo reputado siempre por lo más noble en lo humano, iban relegándose al montón de las cosas inútiles, cuando no perjudiciales; apenas se concebían los grandes héroes de otras épocas, cuanto más los sentimientos que los habían exaltado desde la masa común de los anónimos, hasta las páginas más esplendentes de la Historia.

Aun en épocas posteriores el Alcázar de la ALJAFERIA se consideraba como Palacio Real, pues en el acuerdo ó instruccion para la coronacion del Sr.

Sólo pido al lector que antes de condenarlas al desprecio las medite un instante. Dirijamos una mirada á la historia del arte. Hay un hecho que desde luego llama poderosamente la atención: la fecundidad prodigiosa de ciertas épocas y la esterilidad de otras.

Allá, cerca de San Isidro, yo tenía una novia; se llamaba Luciana, una linda muchacha de dieciocho años, que cantaba con una gracia exquisita las canciones de nuestro tiempo. Yo era pobre y muy joven: la casaron con un viejo rico. ¡Ah, no te rías, así le ha pasado a Blanca conmigo, cualquiera diría que yo he querido vengarme de las mujeres! Pero ¡qué épocas aquellas!

Pero por ser la más moderna se había apoderado de todas, con la fuerza de la juventud. Además, los frailes, despojados de sus riquezas de otros siglos, tenían ahora que copiar los procedimientos de los jesuítas, que tanto les repugnaban en pasadas épocas. Tenían que marchar á la zaga de ellos, imitándolos para hacer dinero, guardando la actitud humilde del pobre ante el rico.

Le molestaba además ver citado por su familia como ejemplo digno de imitación á este pedante, que sólo conocía la vida á través de los libros y pasaba su existencia averiguando lo que habían hecho los hombres en otras épocas, para sacar consecuencias con arreglo á sus opiniones de alemán.

Así sucedía no pocas veces en épocas de agitaciones bursátiles, que detrás del corredor que partía a venderle sus títulos, salía por otra puerta un segundo con encargo de hacer el alza; y por la tarde, cuando uno y otro regresaban a dar cuenta de sus operaciones, don Eleazar tomaba la palabra y hablaba en el lenguaje y el acento de un varón santo y convencido: Así es, señor don Tomás, así es; ya que ellos lo han querido, bien empleado les esté. ¡Ya usted sabe, señor, que a no me gusta hacer mal a nadie!