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Maltrana, al llegar a la puerta, tenía que abrirse paso entre dos hermosos galgos de elegante delgadez y otros perros de lanas sucias y colgantes, feos, plagados de parásitos, pero que gozaban de una fama igual a la del amo, por sus sorprendentes habilidades. Dentro se hallaba el Mosco.

Dumas que, hasta el reinado de San Luis, Paris y sus alrededores estaban plagados de malhechores y de rateros, y que los vasallos de la corona tenian que ir á buscar otros señoríos, porque no podian parar en las tierras del rey. ¿Y cómo llama usted á eso, Sr. Dumas? ¿Es eso cultura y civilizacion? ¿Eso no es Africa? ¿Para eso no hay Pirineos? Basta de Memorial. Vamos á curiosidades de otro género.

Pero ¿qué importa, si estos mismos dramas, mirados á la luz de los preceptos, y principalmente á la de la sana razón, están plagados de vicios y defectos, que la moral y la política no pueden tolerarLa historia posterior del drama español en el siglo XIX ha de limitarse á mencionar tan sólo los poetas dramáticos que sobresalieron. Enunciemos, sin embargo, previamente algunas ideas generales.

Despues de las seis de la tarde es muy imprudente aventurarse á recorrer solo los alderredores de Valencia; y no porque estén plagados de ladrones y asesinos, como han dicho, exagerando mucho, algunos viajeros, sino porque es muy fácil tener una pendencia con un truhan de navaja lista y humor muy despuntado, que termine por un drama sangriento, ó cuando ménos por un chaparron de garrotazos.

En aquel momento tenía el hombre actitud muy diferente de la de su similar en la Capilla Sixtina: sentado, las manos sobre el puño del bastón, éste entre las piernas, las piernas dobladas con igualdad: el sombrero caído para atrás, el cuerpo atlético desfigurado dentro del gabán de solapas aceitosas, los hombros y cuello plagados de caspa.

La navegación no podía ser mejor. El Mediterráneo era una llanura de plata bajo la luz de la luna. De la costa invisible llegaban tibias bocanadas de perfume campestre. Los grupos de la cubierta hacían memoria, con una satisfacción egoísta, de los grandes peligros que arrostraban las gentes al embarcarse en los mares del Norte, plagados de submarinos alemanes.