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Los honorarios, que los directores de teatro solían pagar á los autores acreditados de comedias, ascendían en tiempo de Lope de Vega á unos 500 reales , y algo después á unos 800, suma, en verdad, insignificante, y que sólo podía ser fuente de lucro por la fecundidad de los dramáticos españoles.

Muestra más inteligencia y habilidad en manejar materiales preexistentes que ingenio é imaginación verdaderamente dramáticos. Aunque sean notables algunas de sus bellezas aisladas, y manifiesten su buen gusto, el conjunto nos hace una impresión desagradable, pareciéndonos monótonas y pesadas.

Entre los autores, de quienes habla Rojas, por la fama que adquirieron en el teatro, cuéntanse los toledanos Bautista, Juan Correa, Herrera y Pedro Navarro . No se sabe con certeza, si todos estos fueron á un tiempo poetas dramáticos y directores de compañías.

CAPÍTULO PRIMERO. Diversos orígenes del drama moderno. Decadencia del teatro romano en los últimos tiempos del imperio. Elementos dramáticos en el culto de la Iglesia primitiva. Fiestas religiosas, en cuya celebración aparecen las primeras representaciones dramáticas. Juegos escénicos romanos, y su fusión en las farsas de la Edad media. 81

Luis Vélez de Guevara es de los poetas más distinguidos de su época. Quizás no deba enumerarse entre los dramáticos españoles de primer orden; pero, en cambio, le corresponde entre los de segundo uno de los primeros lugares.

El sagacísimo psicólogo Alfredo Binet divide á los autores dramáticos en «grafistas», ó improvisadores que escriben al correr de la pluma; «oidores», que, como Curel, autosugestionados por su concepción, «oyen» lo que sus personajes dicen y trabajan cual si escribiesen al dictado; y «articuladores», en quienes persiste una relación constante entre la palabra y el yo consciente.

Apasionado este soberano del teatro, dispensaba sus favores á todos los poetas dramáticos de alguna importancia, aunque, como era natural, los prodigase más á los más famosos.

Todas estas comedias de la edad más provecta de Calderón, por la pureza del estilo y por el mayor esmero con que se distinguen sus varios personajes, son, sin duda, superiores á las demás obras suyas que les precedieron; pero en cambio, á nuestro juicio, no se muestra tan vigorosa esa frescura juvenil y esa animación propia de las demás, notándose á veces como cierto cansancio y repetición amanerada de motivos dramáticos manoseados.

Cuéntase, con detalles más o menos dramáticos, que por el protonotario don Jerónimo de Villanueva, patrono del convento de religiosas de San Plácido, supo Felipe IV que en él había una monja de singular belleza llamada Margarita: viola, prendose de ella y con ayuda del patrono intentó enamorarla.

Es interesante observar en España, en tan remotas edades, esa costumbre ingénita que lleva en gérmenes dramáticos innegables, y que no sólo contribuyó al desarrollo del talento mímico, sino que pasó más tarde á la escena.