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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Cuando la mayor parte de los poetas dramáticos de aquel período consideraban de ordinario el argumento de sus obras como su objeto principal, manejándolo y revolviéndolo en todos sentidos para darle el aspecto y la forma que podía ofrecer la poesía para recreo de los espectadores, los hechos, que constituyen el enredo, son sólo para este poeta la expresión del pensamiento que intenta representar.
También en España, para tratar de nuevo de nuestro asunto, no se hicieron escrúpulos sus dramáticos desde un principio de imitarse unos á otros; y para demostrarlo con ejemplos aislados, encontramos el primero en las obras de Gil Vicente, que se apropia muchas escenas de Juan del Encina . El auto portugués, de Moralidade, de Gil Vicente, se imitó poco después en España, con algunas variaciones, en la tragicomedia alegórica Del Infierno y del Paraíso; y aunque Lope de Vega casi siempre desenvolvió argumentos suyos originales, nadie se avergonzaba en su tiempo, y así lo hemos demostrado en distintas ocasiones, de apropiarse, mejorándolos, ideas y argumentos ajenos .
Y, sin embargo, esta obra deplorable de un pedante indigno y sin talento, tan opuesto á la época y á los escritos dramáticos tan brillantes coetáneos, fué calificada como una joya de la literatura española por los afrancesados del siglo XVIII. Las troyanas, de González de Salas, ya mencionado, no son más que una traducción de la tragedia de igual clase de Séneca.
Ni sobre el carácter esencial de una comedia, ni sobre los elementos dramáticos que en ella predominan, ni sobre si es novelesca ó rigorosamente dramática, ó de intriga ó de carácter histórico ó de otra cualquier especie, puede servir de nada esta varia nomenclatura.
El poeta favorito se presentaba de tal suerte, como si él solo simbolizase toda la poesía dramática de los españoles, ó, por lo menos, como si sobrepujase con tal extremo á los demás dramáticos de esta nación, que no hubiese necesidad alguna de echar ni una ojeada desde esta altura á otros talentos muy inferiores al suyo.
Dedicado con amor desde mis juveniles años al estudio de la poesía castellana, he leído las obras de todos los dramáticos españoles de alguna importancia, y el número de comedias que he adquirido con dicho objeto, asciende á muchos millares.
Lo que resta de los dramáticos de esta época, aunque en parte revele trazas de las imitaciones, que se hicieron de aquéllas, no dejan también de distinguirse por ciertas cualidades características. Alonso de la Vega, lo mismo que Lope de Rueda, fué director de compañía, y compuso, como él, las piezas que representó ó hizo representar.
Los autores dramáticos lo mismo que las comidas, los ferrocarriles lo mismo que las industrias menudas, todo le parecía de una inferioridad lamentable. Solía decir que aquí los tenderos no saben envolver en un papel una libra de cualquier cosa. «Compra usted algo, y después que le miden mal y le cobran caro, el envoltorio de papel que le dan a usted se le deshace por el camino.
Pero este desdén orgulloso fué funesto en sumo grado para el poeta. Mientras que muchos poetas dramáticos medianos eran celebrados, en general, se le atendía muy poco, y su nombre, ó no se encuentra en los escritores coetáneos, ó sólo se cita de paso y á la ligera.
Es, en particular, muy extraño que, á la vez que Rojas, como hemos dicho, emplea en ocasiones ese lenguaje metafórico y sobrecargado de adornos, posee el don de emplear un estilo natural hasta el extremo, de tal manera, que pocos poetas españoles pueden comparársele bajo este aspecto, y que al mismo tiempo que poseía una imaginación exuberante, que le hacía incluir en sus comedias verdaderos engendros y falsos elementos dramáticos, podía y sabía dominarse y contenerse en este terreno en virtud de su poderosa inteligencia.
Palabra del Dia
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