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La regularidad servil por otra parte tampoco fué precepto indeclinable en los buenos tiempos antiguos; la han exagerado los adocenados artistas modernos para suplir la falta de genio inventivo y salir del paso con cómodas imitaciones á regla y compás.

Son imitaciones de Lamartine en estilo pseudoclásico; no me gustan, aunque demuestran gran habilidad en Anita. Además, las mujeres deben ocuparse en más dulces tareas; las musas no escriben, inspiran. La marquesa de Vegallana, que leía libros escandalosos con singular deleite, condenó los versos por mojigatos. «Que no se le mezclase a ella lo humano con lo divino.

Muchos dramas muy célebres italianos, ingleses y especialmente franceses, son imitaciones totales ó parciales de otros españoles, bastando disipar la niebla, que envuelve al país en que nacieron tantas invenciones ingeniosas y eficaces resortes dramáticos, para lisonjearnos de que arrojaremos también nueva y grata luz sobre las literaturas extrañas.

Su abandono mismo está tan cuidadosamente estudiado, hay tanta mesura en su aparente libertad, tanta circunspección en su franqueza, que, al verla, experimentarías el sentimiento penoso que producen las imitaciones demasiado exactas de la naturaleza que no son la naturaleza y que chocan en fuerza de su parecido.

Ya dijimos en el tomo II, pág. 170, que la compañía de Juan Navarro representó en la corte de Carlos I, y en el mismo lugar de nuestra obra hicimos mención también de algunos dramas ingleses del reinado de Carlos II, imitaciones de otros españoles.

Si se examinan las piezas de La Cueva, y se comparan con las obras dramáticas posteriores, no se puede desconocer, que, tanto sus faltas como sus bellezas, aparecen después en éstas, aunque algo modificadas. Así consta no sólo de las imitaciones, que se hicieron de los dramas del poeta sevillano, sino también de las de Lope de Vega y sus sucesores.

No alcanza por completo este resultado en sus comienzos, mas la pureza de su dibujo es tal que precisamente es lo que más ayuda para distinguir sus originales de las copias o imitaciones que se le atribuyen. Con frecuencia se ha dicho que era un colorista excepcional, pero conviene explicar en qué sentido es esto cierto.

Repetimos que desconfiamos de nuestro juicio; pero este pensamiento fundamental de las dos obras de Lope y de Tirso, distingue á ambas esencial, profunda y preferentemente de todas las imitaciones, que se han hecho después, haciéndolas también superiores á todas ellas.

El mantel adamascado, más terso que fino; los platos pesados, gruesos; de blanco mate con filete de oro; las servilletas en forma de tienda de campaña dentro de las copas grandes, la fila escalonada de las destinadas a los vinos; las conchas de porcelana que ostentaban rojos pimientos, cárdena lengua de escarlata, húmedas aceitunas, pepinillos rozagantes y otros entremeses; la gravedad aristocrática de las botellas de Burdeos, que guardaban su aromático licor como un secreto; los reflejos de la luz quebrándose en el vino y en las copas vacías y en los cubiertos relucientes de plata Meneses; el centro de mesa en que se erguía un ramillete de trapo con guardia de honor de dos floreros cilíndricos con pinturas chinescas, de cuya boca salían imitaciones groseras de no se sabía qué plantas, pero que a don Pompeyo le recordaban la cabellera rubia y estoposa de alguna miss de circo ecuestre; las cajas de cigarros, unas de madera olorosa, otras de latón; los talleres cursis y embarazosos cargados con aceite y vinagre y con más especias que un barco de Oriente...; todo contribuía a deslumbrar al buen ateo, que contemplaba sonriendo y fascinado el conjunto claro, alegre, fresco, vivo, lleno de promesas, de la mesa aún pulcra, correcta, intacta.

Las últimas obras de nuestro poeta, en las cuales, renunciando á su originalidad, rinde culto á deplorables imitaciones, no nos ofrecen, bajo este aspecto, la compensación deseada.