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Los peones le conocían, como si fuese un contratista o maestro de obras; y cuando le faltaban estas distracciones emprendía atroces caminatas: iba a pueblos distantes, andando siempre con una regularidad mecánica; el cuadrado sombrero sobre las cejas, flotante el paleto, que no abandonaba ni aun en el verano, y bajo el brazo el bastón de su juventud, una caña vieja y resquebrajada, con puño redondo de marfil que casi era una bola de billar.

Pero en las personas poco irritables, que son mas bien linfáticas que nerviosas, se observa en el cólchico una accion algo diferente, pues obra con mas regularidad en el sentido de la depresion, ó bien las neuralgias son mas simples y mas aisladas de los fenómenos linfáticos y de la influencia del corazon.

La antigua limeña no usaba elixires odontálgicos ni polvos para los dientes; y, sin embargo, era notable la regularidad y limpieza de éstos.

El cura de Boán sacudía estacazo limpio, con regularidad y energía infatigables. El de Naya, incapaz de mantenerse dentro de los límites de su papel justiciero, insultaba, reía y vapuleaba a un mismo tiempo a los beodos.

Acaso por esto, el buen hombre, que no era muy fuerte en lógica, pegaba a su mujer, y como ella no era muy fuerte en materia de raciocinio, se dejó conducir por el mismo principio a ciertas infidelidades. Entonces, Galba se dio a la bebida y la señora a colaborar con regularidad en las columnas de El Alud.

Su integridad era perfecta; innata, más bien que resultado de principios fijos de moralidad. Ni podía ser de otro modo, pues en un hombre de una inteligencia tan lúcida y exacta como la suya, la honradez completa y la regularidad suma en la administración de los negocios, tenían que ser las cualidades dominantes.

La distribución del trabajo, una encantadora variedad, en medio de una gran regularidad, un orden geométrico que, no obstante, obstenta toda la gracia de una libertad naciente, ¿encontraríase todo esto entre los hombres? »Nuestro incesante trabajo para aligerar el agua de sus sales crea las magníficas corrientes que constituyen la vida, la salud.

Martín salta del lecho, enciende una vela y se viste de prisa. Lanza una mirada a la cama de Gertrudis: está vacía... Seguramente ella está en la sala, dormida sobre su labor, porque, desde hace tiempo, el sueño no le llega con regularidad. ¿Qué hay? pregunta Martín al viejo David, que ha entrado en el vestíbulo, calado hasta los huesos.

En el año 1841 se practicó en ella un reconocimiento por un profesor de ciencias y otras personas entendidas: resultó haber á la distancia de unas 140 varas de su boca una esplanada bastante capaz, ensanchando desde la entrada sus paredes sin guardar regularidad y en diversos tramos. Desde su mitad ó algo más ensancha desproporcionadamente, y en su fondo tienen las paredes musgo y humedad.

Así, en los alderredores, en las cercanías del vasto semicírculo que ántes describian los fortificaciones, tocando en sus extremidades á la márgen derecha del Main, no se ven sino hermosos barrios enteramente nuevos, vastos y graciosos jardines, alegres quintas, calles anchas y rectas de completa regularidad, alamedas en las vias carreteras, casas elegantes, todas de construccion uniforme y casi todas pintadas; en fin, las estaciones de los ferrocarriles, siempre repletas de viajeros y en incesante actividad.