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El vino de Jerez continuó con acento solemne el jefe del escritorio no es un advenedizo, un artículo elevado por la veleidosa moda; su reputación está de abolengo bien sentada, no sólo como bebida gratísima, sino como insustituible agente terapéutico.

Lo último, que se junta con lo dicho mi mucha necesidad a quien todo es común: la mesa de vuestra señoría se pone para remediar a semejantes, con que no es necesario esperar a ser convidados los que fueren soldados de mis prendas. Suplico a vuestra señoría se sirva mandar que se me la bebida, que como soy español, no me han entendido, aunque la he pedido."

Si hemos de dar crédito á algunas relaciones, los prisioneros que caian en manos de estos indios eran comidos por ellos en solemnes festines. Dedicados principalmente á la pesca y á la caza, descuidaban la agricultura: su industria consistia únicamente en la construccion de canoas y en la fabricacion de armas; eran muy dados á la bebida y hacian uso de licores fermentados.

5 Porque su madre fornicó; la que los engendró fue avergonzada; porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. 6 Por tanto, he aquí yo cerco tu camino con espinas, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Entonces dirá: Iré, y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.

La Ignacia y Martín, por consejo del médico, obligaron al viejo a que suprimiese toda bebida, fuese vino o licor; pero Tellagorri, con tal procedimiento de abstinencia, languidecía y se iba poniendo triste. Sin vino y sin patharra soy un hombre muerto decía Tellagorri ; y, viendo que el médico no se convencía de esta verdad, hizo que llamaran a otro más joven.

La bebida parecía también haber impreso su huella en aquella naturaleza, pues se sobresaltó al ver a don Jacobo, y parecía embarazado y confuso. Creí que estaba aquí Catalina... balbuceó. Don Jacobo sonrió, con la sonrisa que le hemos conocido en la diligencia de Wingdam, y se incorporó como dispuesto a tratar de graves cosas. Pero. ¿No has venido en la diligencia? continuó el recién llegado.

2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar; 3 y todos comieron la misma vianda espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la Piedra espiritual que los seguía, y la Piedra era el Cristo. 5 Mas de muchos de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.

El cura de Tintay, que era un venerable anciano, se presentó en la puerta de la iglesia parroquial con un crucifijo en la mano, amonestando a los profanadores e impidiéndoles la entrada. Pero los indios, sobreexcitados por la bebida, lo arrojaron al suelo, pasaron sobre su cuerpo, y dando gritos espantosos penetraron en el santuario.

El Fausto vivo y humano, el doctor melancólico, el remozado por la bebida mágica, el amante natural, como son todos los amantes; de la natural, viva y real Margarita, se queda por allá con las Madres, y sólo vuelve su sombra, su idea pura, un símbolo, una alegoría tan diáfana y clara, que más no puede ser.

Nadie diría que el hombre que de este modo razonaba, con arte tan sutil y paradójico, era el mismo que noches antes, bajo la influencia de una bebida espirituosa, había vaciado toda su alma con esa sinceridad brutal y disparada que sólo puede compararse al vómito físico, producido por un emético muy fuerte.