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Señor me responde, estoy traduciendo, como me ha mandado usted, este monólogo de su tocayo de usted, en el Mariage de Figaro de Beaumarchais, para que sirva de epígrafe a la colección de sus artículos que va usted a publicar. ¿A ver cómo dice?

»En efeto, lo que a la mora se le respondió fue esto: El verdadero Alá te guarde, señora mía, y aquella bendita Marién, que es la verdadera madre de Dios y es la que te ha puesto en corazón que te vayas a tierra de cristianos, porque te quiere bien. Ruégale que se sirva de darte a entender cómo podrás poner por obra lo que te manda, que ella es tan buena que hará.

Yo pretendo ser uno de mi linaje, que dos es imposible, si no vengo a sus manos, y trinchándome, como hace a otros. No pregunte por ni me nombre, porque me importa negar la sangre que tenemos. Sirva al Rey y a Dios». No hay que encarecer las blasfemias y oprobios que diría contra . Volvamos a mi camino.

Yo, creyendo en él y figurándomele como persona, tengo que figurármele todo lo bueno que concibo que una persona puede ser. Por consiguiente, no completando mi concepto de su bondad la gloria de la otra vida por inmensa que sea, supongo en esta vida que vivimos, por más que sirva para ganar la otra, un fin y un propósito en , y no sólo el ultramundano.

«El Barang ó Zarzaparrilla, tomando el cocimiento de su tronco en agua de tiempo sirva para purificar la sangre.

Y tenía razón: ¿dónde hay cosa que tanto descorazone y repugne como besar a una mujer y cinco minutos después darle dinero? ¡Todo se puede perdonar al oro menos que sirva para comprar el amor! El resultado de esta quintaesencia de romanticismo bien entendido, era que no conocía gran número de pecadoras.

Los criados quitan los platos uno por uno, pues es de muy mal gusto quitarlos poniendo uno sobre otro; al servir debe el criado presentar la fuente por la izquierda y bastante baja, para que el convidado se sirva con comodidad; al presentarla debe llevar sobre la mano y debajo de la fuente una servilleta doblada en cuadro y poniendo la mano muy abierta.

Ni falta... A mucha honra... De gloria y descanso te sirva tu ducado, harta de miseria. Mira, como vuelvas aquí, ¿sabes lo que hago? ¿Qué? preguntó Isidora, sintiéndose con más fuerzas para rechazar un nuevo ataque. Pues si vuelves aquí, cojo la escoba... y te barro ¡qué puño!, te echo a la calle como se echa el polvo y cáscaras de fruta».

Bueno es que el dinero de los ambiciosos, de los ilusos, de los que sienten un vacío en su vida que no saben cómo llenar, sirva por primera vez para algo grande y humano.

Reunámonos los que amamos el pasado; hagamos conocer lo que resulte de los reconocimientos en el terreno y de su estudio, á medida que pueda condensarse en cualquier forma gráfica, para que cada uno los aproveche en sus investigaciones, y así, en corto tiempo podremos, todos, reunir un monumento que sirva de pedestal á nuestra grande historia futura.