United States or Andorra ? Vote for the TOP Country of the Week !


Insultaba á los croupiers, invitándoles á salir á la plaza, mientras distendía sus bíceps de boxeador; era preciso llamar á uno de los altos directores para que le apaciguase con todas las reflexiones paternales que merece un cliente asiduo. Este hombre, que en su juventud no había creído en Dios ni en el diablo, vivía sometido á supersticiones que regocijaban á Castro.

El epicúreo por sistema, que en su pueblo insultaba sin pudor el decoro público, siendo mal marido y mal padre, ¿creeis que renunciará a su libertinaje cuando se vea elevado á la magistratura, y que de su corrupcion y procacidad nada tendrán que temer la inocencia y la fortuna de los buenos, nada que esperar la insolencia y la injusticia de los malos?

Cuando en su presencia se insultaba acerbamente al difunto caballero, rompía a llorar descorazonada al sentirse impotente para defenderle de aquellas furias, y un lejano temor de que por haberla amado a ella purgase alguna injusticia el alma de aquel hombre la llenaba de sobresalto.

Cabesang Tales que se había acercado curioso, cerró los ojos y se alejó inmediatamente como para ahuyentar un mal pensamiento. Tanta riqueza insultaba su desgracia; aquel nombre venía allí á hacer gala de su inmensa fortuna precisamente en la víspera del día en que él, por falta de dinero, por falta de padrinos tenía que abandonar la casa que había levantado con sus manos.

¡Qué escándalo! doña Camila cogió a Anita por la garganta y por poco la ahoga. Después dijo un refrán desvergonzado en que se insultaba a su madre y a ella, según comprendió mucho más tarde, porque entonces no entendía aquellas palabras. Doña Camila culpaba al hombre que le daba besos, de las picardías de la niña. le has abierto los ojos con tus imprudencias.

Y al decir esto, salió una mujer y dos o tres mozos de cuadra; y llegáronse a oír cuatro o seis vecinos y catorce o quince curiosos transeúntes; y como el calesero hablaba en majo y respondía en desvergonzado, y fumaba y escupía por el colmillo, e insultaba a la gente decente, el auditorio daba la razón al calesero, y le aplaudía y soltaba la carcajada, y le animaba a seguir: en fin, sólo una retirada a tiempo pudo salvarnos de alguna cosa peor, por la cual se preparaba a hacernos pasar el concurso que allí se había reunido.

Algunos buscan á sus nervios un acicate en el ayuno; otros procuran irritarse momentáneamente, artificialmente, para no sentir el «miedo al público». Talma, por ejemplo, antes de salir á escena, arremetía á su criado, le abofeteaba, le insultaba: ¡Traidor... miserable... ponte de rodillas!... Esto le permitía autosugestionarse mejor; después se iba.

Entretanto que esto pasaba con nosotros, en un billar contiguo, diez o doce señoritos de muy buenas familias, jugaban al billar con el mozo de éste, que estaba en mangas de camisa, que tuteaba a uno, que sobaba a otro, insultaba al de más allá, y se hombreaba con todos: todos eran unos. ¿Entre qué gentes estamos? repetía yo con admiración. C'est drôle! repetía el francés.

Ahora ordenaba con voz imperiosa. Resultaban inútiles sus intentos de resistencia. El tío le insultaba con las peores palabras ó le inducía con promesas de seguridad. No supo ciertamente si fué él quien se arrojó al agua ó si le arrancaron de la barca los zarpazos del médico. Pasada la primera sorpresa, experimentó la impresión del que recuerda algo olvidado.

La señorita Gabriela, objeto frecuente de las iras del niño, a causa, sin duda, de que sólo ella le corregía y le castigaba, pasaba ratos muy amargos. El corcovadito la aborrecía de muerte, como a todos cuantos se oponían a sus caprichos y deseos, y a la menor corrección la insultaba con dichos y palabras de taberna. La joven solía implorar en su defensa la autoridad del señor Fernández.