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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Su generosidad, mal empleada primero, ya en mujeres livianas, ya en sostener en la holganza y la crápula al desvergonzado parásito Pepe Carranza, empieza a tomar atinada dirección merced al cariño, sin el menor viso ni asomo de concupiscencia, que le inspira Soledad, fiel y honrada ama de llaves.

¡No vale mirar, Pepe! exclamó Cobo con maligna sonrisa. Miro las cartas respondió aquél. ¡Vamos, no sea usted desvergonzado, Cobo! dijo Pepa dándole con ellas en las narices y volviéndose a Castro. Quítese de ahí, Pepe. No quiero que se me contemple a vista de pájaro. Fuentes se acercó para despedirse. ¿No toma chocolate? le preguntó Clementina dándole la mano.

¡Desvergonzado! ¡Puerco! ¡Eso te enseñan en el seminario, gran tuno! ¡Malos diablos te lleven a ti y a todos los capellanes! ¡Ven acá, ven otra vez y verás cómo te arranco esas narizotas podridas!

Allá en el monte, entre las negras encinas y los tomillos, una escena lamentable ocurre. Millares de señoras enfurecidas zumban y pican, defendiendo el fruto de su maravillosa industria. Y no trate de disculparse el desvergonzado gorrón diciendo que con la miel va á hacer medicinas, y con la cera velas para los santos... «Aquí no se admiten subterfugios.

Eres un desvergonzado dijo la tía María a su nieto ; tienes más hiel en tu corazón, que buena sangre en tus venas: ¡a las faldas se las respeta, ganso! Pero en todo el lugar hay otro más díscolo ni más desamoretado que . ¡Como está usted hecha a la finura de esa pilla de playa respondió Momo , que me ha puesto las orejas como usted las ve, le parecen a usted los demás bastos!

Soltó la risa Polidura; mas notando que al algecireño le sabían mal aquellas bromas, quiso variar de conversación al instante. El desvergonzado Antonio Zapata se permitió decir a Ponte: «Con franqueza, D. Frasco: creo que está usted mejor así. ¿Cómo? Sin betún. Bonita figura de caballero anciano y respetable.

Pepa se enfadaba o fingía enfadarse, le daba pellizcos feroces, le llamaba hipócrita, coquetón, desvergonzado. Concluyó por decir: Todo eso que me dices es una farsa tuya. Si fuese verdad me alegraría, porque así tendría cierta influencia contigo para hacerte un buen marido.

Los militares más jóvenes sacaban el cuerpo fuera del agua, como si quisieran castigar al atrevido con la exhibición de su desnudez. Pretendían asustarlo para despertar de este modo el olvidado pudor de su sexo; proferían palabras de cuartel para que se ruborizase. Pero el desvergonzado gigante sonrió placenteramente, sin pensar en huir, encontrando muy ameno el espectáculo.

JUANA. ¡Jesús! el renegado no ha querido un fraile y se hace acompañar por un sacerdote. ¡Qué corrupción! UNA VOZ. ¿Se han fijado, señores, cómo va vestido? JUANA. Todo de negro... ¡Jesús y qué desvergonzado! En lugar de pensar en la eternidad va oliendo una ramita de jazmín... UN HOMBRE. El infame no parpadea siquiera. ¡Muera! ¡muera!

Pero, ahorcados ya los hábitos, y teniendo que declarar en seguida que Pepita era su novia y que iba a casarse con ella, D. Luis, a pesar de su carácter pacífico, de sus ensueños de humana ternura, y de las creencias religiosas que en su alma quedaban íntegras, y que repugnaban todo medio violento, no acertaba a compaginar con su dignidad el abstenerse de romper la crisma al conde desvergonzado.

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