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Pues que la tengo, Salesas, 60, principal.... Es decir, la tiene el casero.... Pero le pago, lo que no harán seguramente todos tus inquilinos. Perdone usted, Pinedo; no le había visto.... Y también tengo mis sábados ... y no hay tanto calor como aquí ¡uf! y doy chocolate y , y conversación y todo ... lo mismo que aquí.

Al regresar hubo refresco para la familia y amigos íntimos solamente: un refresco a la antigua española, con almíbares, sorbetes, chocolate, vino generoso, bizcochos, dulces variadísimos, todo servido en macizas salvillas y bandejas de plata, con gran etiqueta y compostura.

Á la hora de la cena ella misma preparaba su chocolate, batiéndolo cuidadosamente con un clis clas producido por el choque de una sortijita de oro y carey contra el mango del molinillo.

En todos los cafés son bastantes los parroquianos que se retiran entre diez y once. A las doce vuelve a animarse el local con la gente que regresa del teatro y que tiene costumbre de tomar chocolate o de cenar antes de irse a la cama.

Porque no hay ninguno que no te haya estimado por la rapaza más guapa, más limpia, más honrada de nuestra parroquia. sola eres la triste, Demetria. ¿Cómo es eso? ¡Bah! lágrimas de un día exclamó la tía Jeroma. Bien se acordará de llorar cuando mañana se vea en Oviedo sentada en un sillón que se hunde, tomando chocolate con bizcochos y con una criada detrás para que le espante las moscas.

Al través de la mitad de estos cristales se veían también bollos, libras de chocolate y algunas naranjas; y decimos la mitad de los cristales, porque la otra mitad no existía, siendo sustituida por pedazos de papel escrito, perfectamente pegados con obleas encarnadas.

El joven los escuchó pacientemente, puesto que una vez que otra le interrumpía para deshacer algún error o disculpar su proceder. Cuando el tema ya no dio más de , se levantaron, cambió la conversación, y paso tras paso llegaron hasta la rectoral. El cura subió a tomar el chocolate y Andrés se volvió al pueblo, por no querer meterse tan temprano en casa.

El vigilante Cacambo no se habia olvidado de hacer buen repuesto de pan, chocolate, jamon, fruta, y botas de buen vino, y así se metiéron con sus caballos andaluces en un pais desconocido, donde no descubriéron sendero ninguno trillado: al cabo se ofreció á su vista una hermosa pradera regada de mil arroyuelos, y nuestros dos caminantes dexáron pacer sus caballerías, Cacambo propuso á su amo que comiese, dándole con el consejo el exemplo. ¿Cómo quieres, le dixo Candido, que coma jamon, después de haber muerto al hijo del señor baron, y viéndome condenado á no volver á mirar á la bella Cunegunda? ¿Qué me valdrá el alargar mis desventurados años, debiendo pasailos léjos de ella en los remordimientos y la desesperacion? ¿Qué dirá el diarista de Trevoux?

Yo se lo besé, se lo mordí tan sin pensarlo, que ella no pudo contener un ligero grito, a punto que la Madre Transverberación regresaba con el chocolate y los bollos. ¿Qué es eso, niña? preguntó la vieja, asombrada de oírla chillar. Nada, Madre Transverberación.

Había cenado en la taberna, asilo de los días felices, los platos más suculentos, dándose, además, el gusto de pagar el matinal chocolate a los compañeros de redacción, asombrados de tanta riqueza. El buen amigo del fielato, que todas las madrugadas le ofrecía un cigarro y una parte de su café, atrajo igualmente su generosidad.