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Te digo que tengo el humor muy negro, que me ahoga la bilis y que en este momento al menos necesito que seas un poco más humilde que de ordinario. ¿Lo entiendes? profirió reprimiendo con esfuerzo la cólera. La institutriz le miró con sorpresa á la cara, y después de contemplarle con atención unos instantes, convirtió de nuevo sus ojos á la lumbre, haciendo una imperceptible mueca de desdén.

Una vez en lo alto, se apodera de la mano de Juan, y, sin decir nada, fija un instante su mirada franca y bondadosa sobre el rostro de su hermano, como si no pudiese dominar aún su felicidad, se dirige a la puerta y sale. Juan suspira y se despereza, con las dos manos apoyadas en el pecho. Le ahoga la alegría que invade su alma.

¡Qué escándalo! doña Camila cogió a Anita por la garganta y por poco la ahoga. Después dijo un refrán desvergonzado en que se insultaba a su madre y a ella, según comprendió mucho más tarde, porque entonces no entendía aquellas palabras. Doña Camila culpaba al hombre que le daba besos, de las picardías de la niña. le has abierto los ojos con tus imprudencias.

Todavía, después de tantos años, ahora que de nadie necesito, ahora que si no soy rico, por lo menos vivo cómoda y decentemente, sin pensar en el dinero para el día de mañana, cuando recuerdo la hipócrita calumnia de Ricardo y las reticencias de don Juan, siento que me ahoga la sangre.

Si esto se consigue, la industria florecerá en un corto periodo de años, de lo contrarío, resurgirá muy lentamente, si la influencia del extranjero no la ahoga en su nacimiento. Ultima memoria de las casas de don Fernando Colón

Es un tío lila, ¿sabes?... Se ahoga el infeliz en una tacita de agua. De seguro que ha salido al campo para llorar más á gusto. ¡Para llorar!... ¿Por qué? Porque está celoso de ti. ¡Válgame Dios!... Parece mentira que un buen mozo tenga celos de este pobrecito viejo repuso Velázquez con mal disimulada jactancia. ¡Ya, ya! Es que se fía poco de mi gusto. ¿Tan echao á perder lo tienes?

Nuestro propio instinto nos ofrece una grande enseñanza cuando nos hace salvar una mosca que se ahoga en un vidrio y otras veces pone en nuestra mano retorcido lienzo y nos las hace matar a centenares sobre la mesa y el muro.

Pensamiento sublime encerrado en dos versos, que en su laconismo expresan y revelan todo un mundo de pasión el primero, todo un infierno no descrito tras el terrible lasciate del Dante, el segundo. ¡Qué negra será la existencia de la madre que ahoga al hijo de sus entrañas!

Un poco de perfume embalsama el aire, parece que nos suaviza el pulmon, que refrigera nuestra sangre y que da aliento á nuestro espíritu. Pero luego que el perfume es demasiado, luego que carga ya el ambiente, ahoga.

La vida sólo es fácil para quienes la espigan sin penetrarla. Para ésos París es el lugar del mundo en donde más cómodamente se puede tener la creencia de que se existe. Basta dejarse arrastrar por la corriente como un nadador en una masa de agua pesada y rápida; se flota en ella, y no se ahoga uno.