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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Murió el 25 de mayo de 1681 . Sus restos mortales fueron sepultados en la capilla de San Salvador. La extrema admiración, que excitó en sus coetáneos, le acompañó hasta su muerte, y así aparece de las palabras, que copiamos á continuación, con que Vera Tassis termina el elogio de su amigo, y que, á pesar de su hojarasca, revelan un sentimiento profundo.

Nunca, como en aquel momento había experimentado Lorenzo y Ricardo como él, la influencia tonificante que Melchor les producía, nunca como en aquel momento y realizando aquel viaje, se les había mostrado éste tan digno de ser imitado, y nunca habían sentido más candente el rubor de la propia debilidad, puesta en alto relieve por la tenaz y vibrante prédica de Melchor, quien, advirtiendo el efecto que les producía, continuó diciendo: Yo no puedo pretender ofrecerme como un ejemplo de impecable discreción; pero nunca he trasmitido a nadie ni la más mínima participación en mis angustias ni en mis tristezas, que siempre han sido consecuencia de mis actos, y tengo invocando la amistad a que apelaba Ricardo hace un rato, el derecho de reprocharles en cuantas ocasiones se me presenten, la inercia moral que ustedes revelan, que ustedes cultivan.

Aunque sea verdad que nosotros no conocemos las substancias finitas, sino en cuanto se nos revelan por los accidentes, y hasta nuestro mismo espíritu no se conozca á propio sino por sus actos, la razon nos dice que las cosas para ser conocidas, es necesario que existan, y que para que nuestro entendimiento halle en las mismas algo permanente, es preciso que ese algo esté en ellas.

Se ha repetido hasta la saciedad que la cara es el espejo del alma. Este dicho vulgar tiene vida permanente por la verdad que encierra. Efectivamente, el rostro y, sobre todo, los ojos, constituyen, digamos así, el reflejo de nuestra vida interna. Las manos, los brazos, los componentes todos de nuestro cuerpo, no revelan nuestra personalidad psíquica. La revelación está en la cara y en la mirada.

Hábil y fiel servidor, cumple bien con los mandatos de su amo, y su arte de cortesano perfecto y de negociador discretísimo, y su flexibilidad y su paciencia se revelan en todas sus acciones y singularmente resplandecen en el arte con que conlleva y sufre el poco apacible humor del rey D. Felipe y conserva y acrecienta la confianza que le ha inspirado.

Así tenía mi marido la casa dijo Nazaria alzando su nariz provocativa, por donde entró un chorro de aire que sonaba a resoplido de fragua. Bueno estaría también tu marido dijo Gracián, haciendo un mohín de escarnio . Los sentimientos de la gente de esta casa se revelan hasta en lo más insignificante.

Podemos mandar morcillas y patas de cerdo sin darles el sabor de nuestro egoísmo; pero el lenguaje es una corriente que casi siempre tiene el gusto del cauce impuro por que corre. Había una porción razonable de bondad en el corazón de las gentes de Raveloe, pero ejercían esa bondad con la franqueza torpe de la embriaguez, empleando las formas en que menos se revelan la amabilidad y el disimulo.

Las chozas en donde moran están formadas de ramas entretegidas, y léjos de tener alguna comodidad, solo revelan el estado salvage mas completo. Su industria se limita á la fabricacion de sus armas, que se componen de arcos de ocho piés de largo, con flechas de igual dimension: hacen uso de tales armas, sentándose en tierra, y sirviéndose de piés y manos para lanzar las flechas con mas violencia.

Pensamiento sublime encerrado en dos versos, que en su laconismo expresan y revelan todo un mundo de pasión el primero, todo un infierno no descrito tras el terrible lasciate del Dante, el segundo. ¡Qué negra será la existencia de la madre que ahoga al hijo de sus entrañas!

Ya se mira con gusto el puerto de la Merced, por donde se hace el comercio con el Cármen, poblacion agrícola cuyo tabaco excelente le está dando grande importancia, y cuyo caserío se distingue confusamente al pié de una lejana serranía; ya se divisa el pueblo de Plato, escondido á la derecha, á algunas leguas de distancia, entre una selva desolada y triste que parece haber sido retostada por el fuego de un sol vertical de imponderable torricidad; ora se pasa por el pié del árido peñon donde yace como un escombro el miserable pueblo de Tenerife, á la márgen derecha, cuyo nombre y sitio recuerdan el heroismo de los guerreros de la independencia; ora se saluda con profunda tristeza el caserío de Nervití, desolado y casi salvaje, el de Heredia, cuyas barracas, dominando la barranca del rio, revelan toda la miseria de sus habitantes, ó el del Yucal, no ménos lamentable.

Palabra del Dia

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