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Actualizado: 19 de julio de 2025
Allí estan Gonzalo de Córdoba, Cisneros, Richelieu, Cristóbal Colon, Hernan Cortés, Napoleon, Tasso, Milton, Boileau, Corneille, Racine, Lope de Vega, Calderon, Molière, Bossuet, Massillon, Bourdaloue, Descártes, Malebranche, Erasmo, Luis Vives, Mabillon, Vieta, Fermat, Bacon, Keplero, Galileo, Pascal, Newton, Leibnitz, Miguel Angelo, Rafael, Linneo, Buffon y otros que han trasmitido á la posteridad su nombre inmortal.
Zúñiga nos ha trasmitido la memoría de aquellas solemnidades muy puntualmente y el Maestro Malara hízolo asímismo en su libro, de todos conocido, del Recibimiento de Felipe II, por tanto, como nada nuevo podríamos añadir á ambas narraciones, omitimos tratar de dichos sucesos que no tuvieron rivales en ninguno de los del mismo género celebrados posteriormente.
Mil veces había sentido el brazo de Soledad sobre el suyo, sin que su dulce peso le hiciese estremecer de alegría, sin pensar que llevaba sobre sí un tesoro. ¿Por qué era tan exquisita la sensación que ahora percibía? El suave calor de aquel brazo, trasmitido al suyo, se difundía por todo su cuerpo inundándole de felicidad.
Admitid ahora por analogía con estos cuerpos, unas substancias tales que la una hiciese pasar á la otra las representaciones, con la conciencia que las acompaña; entonces puede concebirse toda una serie de representaciones semejantes, de las cuales la primera comunica su estado y la conciencia de su estado, á la segunda, esta su propio estado, mas el de la substancia precedente, á la tercera; esta del mismo modo los estados de todas las substancias anteriores con el suyo propio, y la conciencia que las acompaña: la última tendria, pues, conciencia de todos los estados de las substancias que la han precedido, como de los suyos propios; porque estados y conciencia de estos estados, todo le habria sido trasmitido.
La tribuna de la alicama y la cámara de la limosna debieran ser fecundas en recuerdos; pero no nos los han trasmitido los historiadores árabes, tan minuciosos en otras cosas; y los únicos hechos gloriosos que á estas construcciones podemos hoy referir, estan tan identificados con la triste época del decaimiento del poderío árabe en España, como la misma mudanza de estilo que en ellas se advierte comparándolas con las obras arábigo-bizantinas de la época anterior.
La historia nos ha trasmitido el recuerdo de algunos de ellos, ocupando hasta ahora el primer lugar el insigne Don Fernando Colón, que como de todos es sabido, reunió á costa de gran suma de dinero, de infatigable diligencia y de singular erudición una de las más famosas bibliotecas del mundo, y, además, y ya este dato no es tan conocido, una numerosísima colección de estampas que basta solo tener en cuenta la época en que por él fué reunida, para estimarla inapreciable, y que si hoy existiese sería de un interés capitalísimo artística y tipográficamente considerado.
Ó porque su madre le hubiese trasmitido sus gustos aristocráticos, ó porque llevase dentro de su alma un cierto sentimentalismo romántico, es lo cierto que jamás se le vió en francachelas, ni corriendo novillos, ni en compañía de toreros y majos como otros caballeros de su edad. Tampoco usaba el lenguaje suelto y atrevido que muchos de ellos.
Nunca, como en aquel momento había experimentado Lorenzo y Ricardo como él, la influencia tonificante que Melchor les producía, nunca como en aquel momento y realizando aquel viaje, se les había mostrado éste tan digno de ser imitado, y nunca habían sentido más candente el rubor de la propia debilidad, puesta en alto relieve por la tenaz y vibrante prédica de Melchor, quien, advirtiendo el efecto que les producía, continuó diciendo: Yo no puedo pretender ofrecerme como un ejemplo de impecable discreción; pero nunca he trasmitido a nadie ni la más mínima participación en mis angustias ni en mis tristezas, que siempre han sido consecuencia de mis actos, y tengo invocando la amistad a que apelaba Ricardo hace un rato, el derecho de reprocharles en cuantas ocasiones se me presenten, la inercia moral que ustedes revelan, que ustedes cultivan.
Dedicadas estas pobres gentes a la agricultura y a la ganadería, sólo conocían los principios que una rutina ignorante les había trasmitido, y que no era bastante para sacarlos de la indigencia en que necesariamente debían vivir, porque el terreno por su clima es ingrato, y por su situación lejos de los grandes mercados no les produce lo que era de desear.
[23.] Las palabras transmision ó comunicacion del movimiento, que tanto se usan en la física, expresan una realidad, en cuanto se limitan al fenómeno sujeto á cálculo; pero significarian un absurdo, si se las entendiese en el sentido de que el mismo movimiento que se hallaba en un cuerpo, ha pasado á otro. La suma de las cantidades de movimiento despues del choque de los cuerpos duros, es la misma que antes; y esto se verifica repartiéndose entre ellos la velocidad, perdiendo el uno, y ganando el otro. Así lo enseña el cálculo, y lo atestigua la experiencia. Pero es evidente que no puede suceder que la misma velocidad individual que estaba en el cuerpo chocante se haya trasmitido al chocado; pues lejos de que la velocidad sea separable del cuerpo, pasando de un sujeto á otro, ni siquiera se la concibe sino como una relacion en cuya idea entran las del cuerpo movido, del espacio y del tiempo. Es verdad que siendo Q la cantidad del movimiento antes del choque, el valor de Q permanece constante despues del choque; pero esto solo expresa el fenómeno con relacion á sus efectos, en cuanto sujeto á cálculo; pero nó que la velocidad que entra en el segundo miembro de la ecuacion sea formada de las partes de las anteriores. Sean A y B dos cuerpos, con cuyas letras expresaremos sus masas, y V, v, sus velocidades respectivas antes del choque. La cantidad del movimiento será Q = A
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