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Actualizado: 12 de junio de 2025
Milton tendría veintiséis años cuando escribió su Comus. Pero Cowley escribía versos mitológicos a los doce años. Pope «empezó a hablar en versos»: su salud era mísera y su cuerpo deforme, pero por más que le doliera la cabeza, los versos le salían muchos y buenos. El que había de idear La Borricada volvió un día a su casa echado de la escuela por una sátira que escribió contra el maestro.
Así la mar en su insondable seno Guarda la perla honor de una corona; Así la flor lejos del prado ameno Da su fragancia en solitaria zona. Tal vez aquí hay un Hampden sin historia Que afrontó de su campo á los tiranos, O algun Milton sin cantos y sin gloria, Ó un Cromwell puro, con incruentas manos.
Así, es vivísimo el contraste que hacen con aquel silencio sublime los silbidos prolongados y agudos de la válvula del vapor, al acercarse a algun puerto, los ecos de la música, producidos por una pequeña banda de aficionados, y las conversaciones á bordo entre gentes de todos los países y de diversas condiciones, explicando sus impresiones simultáneamente en las lenguas de Cervantes y Voltaire, de Milton y Goethe, de Dante y Camoens, en medio de aquel paisaje que tiene todo el sello de una originalidad, solemnidad y rusticidad eminentemente poéticas....
Como él no hay otro en la Guardia Blanca. ¡Que cante, que cante! ¡Alto ahí! dijo entonces el capitán Golvín. Para entonar unas trovas como Dios manda nadie mejor que el mocetón éste. Y al decirlo puso la mano en el hombro de Tristán. Muy cierto es, que á bordo del galeón parecía rugir la tempestad cuando él cantaba "Las campanas de Milton." Ó "La Molinera de York." ¡Anda, Tristán!
Halley, el mas grande astrónomo de la Gran Bretaña, amó y cultivó la poesía, y en hermosos versos que brillan como astros al frente de los Principios de Newton, celebró las sublimes ideas de su predecesor, hermanando el cálculo con la inspiracion. Grocio, el severo publicista, es contado entre los poetas de su nacion, y legó á Milton el gérmen de su inmortal poema.
No por mil francos, no por un millon de francos, consentirian los ingleses que pasara á manos de extranjeros un baston de cualquiera de sus personajes históricos. Si yo no codiciara en este mundo otra cosa que un talego de oro, me consideraria feliz poseyendo un baston de Cromwel, de Milton, Shakspeare, de cualquier Richelieu inglés, ora político ó literario.
Así ha observado Sismondi con mucha propiedad que «la poesía es una feliz combinacion de dos de las mas bellas artes: música por los sonidos y pintura por las imágenes.» Esto se comprueba con la profunda observacion hecha por todos los críticos de que, los mas grandes poetas son precisamente aquellos cuyas ideas poéticas son susceptibles de representarse por medio de la pintura, como se vé leyendo con atencion las obras del Dante ó de Milton; habiendo el primero inspirado á Miguel Angel los famosos frescos, cuyos dibujos ornados por la mano del Giotto, habrá podido ver en la biblioteca del Vaticano; y habiendo sido propuesto el segundo como modelo á los pintores por uno de los grandes prosadores de nuestra época, por Guizot.
Esta es la pierna de un ladrón descuartizado en Dunán y que por orden del justiciero mayor llevo á Milton para clavarla allí en un poste donde todos la vean y sirva de escarmiento. ¡Peste! exclamó el barón. Hacéos á un lado con vuestra carga. Seguidme al trote, escuderos, y dejemos atrás cuanto antes á este ayudante del verdugo. ¡Uf!
Mucho podria decirse sobre la influencia de la poesía en el desarrollo de las lenguas vivas de orígen teutónico, especialmente sobre el inglés, que debe á Shakespeare mucho de lo que vale; pero me limitaré á apuntarle, que el solo Milton introdujo en el lenguaje vulgar mas de seiscientas palabras nuevas; y que el aleman debe á sus poetas, especialmente á Lessing, á Goethe y á Schiller, la asombrosa flexibilidad que lo hace tan propio para espresar las ideas mas abstractas y vaporosas, dándoles forma y color por un proceder completamente poético.
Candido estaba muy afligido con estas razones, porque respetaba á Homero, y no le desagradaba Milton. ¡Ay! dixo en voz baxa á Martin, mucho me temo que profese este hombre un profundo desprecio á nuestros poetas tudescos. Poco inconveniente seria, replicó Martin. ¡O qué hombre tan superior, decía entre dientes Candido, qué ingenio tan divino este Pococurante! ninguna cosa le agrada.
Palabra del Dia
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