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Actualizado: 2 de septiembre de 2024


Nunca se realizaron inventos con tan asombrosa rapidez; pero todos ellos servían fatalmente para agrandar el arte de las matanzas. La ciencia se había hecho servidora de la guerra; los laboratorios temblaban de patriótico regocijo cuando un descubrimiento proporcionaba la seguridad de poder exterminar mayor número de hombres. Las fábricas más potentes eran las de materiales para la guerra.

Y éste es el cambio que se inicia en la política española. A primera vista, parece que se trata de un cambio superficial, y quizá no se trate, en efecto, de un cambio muy profundo. Sin embargo, yo creo que entre el político gallego y el político catalán hay una diferencia mucho más importante que la del acento. Lo terrible del político gallego era su asombrosa capacidad de reproducción.

Porque no era el traspunte vulgar que con cinco minutos de antelación recorre los cuartos de los actores gritando: «Don José; va V. a salir Señorita Clotilde; cuando V. guste». Ni por pienso: Antoñico tenía en su cabeza todos los pormenores indispensables para el buen orden de la representación; dirigía la tramoya con una precisión admirable, daba oportunos consejos al mueblista, hacía bajar el telón sin retrasarse ni adelantarse jamás; cuando había necesidad de sonar cascabeles para imitar el ruido de un coche, él los sonaba; si de tocar un pito, él lo tocaba, y hasta redoblaba el tambor con asombrosa destreza apagando el ruido para hacer creer al espectador que la tropa se iba alejando.

La empresa no tendrá nada de vulgar y, desde luego, no está al alcance de cualquiera. Además, Jacobo es pariente de usted y si logramos nuestro objeto será para usted un verdadero triunfo, una página asombrosa en la historia de este tiempo, que se distingue por su escepticismo y su futilidad.

No comprendía Maximiliano a cuenta de qué era aquello; pero tenía su espíritu admirablemente dispuesto para recibir toda sutileza que se le quisiera echar; estaba hambriento de cosas ideales, y la meditación, el estudio y la soledad habíanle dado una receptividad asombrosa para todo lo que procediera del pensamiento puro.

Todo cuanto afecta nuestras ideas, nuestros sentidos, nuestro cuerpo, de cualquier modo que sea, todo modifica nuestros sentimientos; y de aquí la asombrosa inconstancia que se nota en los que se abandonan á todos los impulsos de las pasiones; de aquí esa volubilidad de las organizaciones demasiado sensibles, si no han hecho grandes esfuerzos para dominarse.

Amigo le respondió el preguntado, con expresión doliente y afligida, la semilla asombrosa... pero... no quisiera decírselo a usted. ¡Hombre! ¿qué? Nada: la semilla, como digo, asombrosa, pero el santo salió flojillo. Los ministeriales, efectivamente, amigo lector, no quisiera decirlo, pero salieron también flojillos.

Este acontecimiento había excitado mi emulación, y encontré desde entonces en el estudio un placer que había ignorado hasta entonces. »Teobaldo sentíase orgulloso de nuestros progresos, de los de Carlos sobre todo, porque su precoz inteligencia concebía con una facilidad asombrosa las cuestiones más difíciles y abstractas.

La madre, que vivía con este hijo soltero, había mostrado á última hora una serenidad asombrosa, después de llorar mucho en los días anteriores, cuando la guerra era todavía problemática. Ella misma preparó el equipaje del soldado, para que la pequeña maleta contuviese todo lo que es indispensable en la vida de campaña.

Pero un momento después, aquella madre desgarrada por el dolor, aquel ser que sólo parecía capaz de ruegos y de lágrimas, púsose en pie de un solo impulso, irguiendo su talle ante Ramiro. Era una transformación asombrosa, una ballestada del ánimo. Todo el brío de la estirpe brilló un momento en aquella frente de abadesa indignada. Con voz casi hombruna y justiciera, exclamó: Basta de blanduras.

Palabra del Dia

jediael

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