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Es hija de un comerciante de la calle de Francos que ha dejado lo menos dos millones. La viuda dicen que vive con un señor... ¿sabe usted?... un señor. Y hay quien dice también que a la niña la han metido entre los dos medio a rastras en el convento. Ahora debo recordar que, aunque poeta, soy gallego.

Ahora vivía con tres compañeros malcarados y parcos en palabras, que, según se murmuraba en el boliche del Gallego, procedían de un valle de la Cordillera. Tres hombres de bien que se han desgraciado dijo el gaucho hablando de ellos ; tres compadres que han venido á vivir á mi rancho hasta que las gentes malas se cansen de calumniarlos.

Un día descubrió que el gallego se había puesto sus botas para ir a paseo; no quiso mejor ocasión, y ardiendo en cólera, le dijo a Miguel: «¿Sabes que el bribón de Manuel se puso ayer mis botas para irse a tunantear por las tabernas?... ¡Pero no se ha de reír de ese jayanote indecente!... Ahora vas a ver, barájoles.» Y le llamó desde su cuarto.

También es evidente que hasta fines del siglo XV había en España tres lenguas literarias y nacionales. Eran estas tres lenguas la castellana, la catalana y la portuguesa ó gallega, ya que el mismo Sr. Murguía confiesa que el gallego y el portugués fueron lo mismo hasta entonces.

Yo creo terminó que si no se ha vuelto á su rancho lo pillaré á esta hora donde el Gallego. Vaya á buscarle dijo Elena y avísele de mi parte que á la diez en punto esté frente á la casa... Nada más. Pero dígaselo con habilidad; que nadie se entere.

Dispénseme, pero tanto bollo... vamos... es cosa que a cualquiera se le atraganta. Después que rió cuanto quiso, me dijo: No creí que era usted gallego. ¿Pues? No se le conoce a usted nada. ¿Y en qué distingue usted a los gallegos, hermana? Pues en lo que les distingue todo el mundo... Está bien a la vista replicó con algún embarazo.

Ni la implacable peste que arrebató a seis mil de los moradores del Callao lo acometió un instante; pues Rodil había empleado el preservativo de hacerse abrir fuentes en los brazos. Rodil era gallego y nacido en Santa María del Trovo.

No importa, lo guardaré en el fondo del pecho y allí lo tendré sin comunicárselo a nadie, como un recuerdo precioso de usted. ¡Anda! ¡Cualquiera diría que es usted gallego! Con esas palabritas gitanas, más parece usted un gaditano. ¿El nombre? Nada, no quiero que se lo guarde usted en el pecho. Le va a producir catarros. Guasitas, ¿eh? Además, ¡quién sabe los que tendrá usted ya ahí almacenados!

En esta vida todo es verdad y todo es mentira. Guárdate del agua mansa. No siempre lo peor es cierto. La exaltación de la Cruz, y Luis Pérez el Gallego, impresa en el año 1652 en la gran colección de Comedias escogidas, tomo I . El alcaide de mismo, impreso primero en 1653 en El mejor de los mejores libros que han salido de comedias nuevas: Madrid, María de Quiñones.

Al verles Currita, apretó vivamente el brazo del buey Apis, diciéndole muy por lo bajo: Mire usted quién va allí, Martínez... Gallego, el ministro de Gracia y Justicia... En cuanto le vea a usted se asusta... ¡Anda!..., ya nos mira... ¡Qué delicia!... De fijo que esta noche se declara en el gabinete la crisis...