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Don Manuel, recordando su destino, iguala a Isaías en gravedad elegíaca y arrebato poético. Verifícase en toda España una limpia general del comedero de todos los Peces habidos y por haber. Hay quien cree firmemente que se acaba el mundo. Dispersión de la familia de Relimpio. Isidora vuelve a Madrid; está algo desfigurada, pero, según sus cuentas, en diciembre concluirá aquello.

Ya decía «que un amigo le arrebató varias cartas, y por haberle agradado las ha hecho imprimir; temía que lo mismo sucediera con unas ciento cincuenta más españolas y una centuria de latinas que envió á Gil de Mesa á instancias de un gran personajeAnunciaba á poco la aparición de las Cartas españolas y latinas, y aforismos , diciendo luego: «Saltaron las cartas españolas y latinas á mi desgusto .» «Un amigo se quiso meter á hacer imprimir las cartas á devoción de un gran personaje: no lo ha podido remediar

Al ruido de los gritos, un veterano, un sargento, salió apresuradamente de una posada cercana. Era un guía antiguo, que comprendió en seguida de lo que se trataba, y, sin inútiles reflexiones, arrebató la carne a la bestia feroz, diciéndole: ¡Te mereces que no te den nada!... ¡Ahora lo partiremos y haremos diez porciones!

Esta escena, aunque episódica, es de extraordinario efecto, y conmueve aún más profundamente á D. Enrique, decidiéndose, en un arrebato de pasión, á poseer á la fuerza á Dorotea.

No me pidais los versos arrancados Que arrebató en su soplo el huracan, Y que marchitos cual la flor de otoño, Mústios y tristes por el suelo van. Ya no se pueden levantar del suelo, Pues son cual hojas de papel fugaz, Que aun despues de quemadas tienen forma, Y si se tocan son polvo y no mas.

Su prima quedó en pie, con el pecho agitado, el cabello en desorden, sonriendo siempre con la misma gracia maliciosa. El malagueño, en un arrebato de entusiasmo, puso la guitarra a sus pies, exclamando: ¡Si eztá podría ezta niña! Todos rieron menos yo.

Se contaba que en un arrebato había herido al duque con unas tijeras, que los criados escuchaban frecuentemente gritos descompasados de la bella injuriando al viejo, llenándole de denuestos.

Su rompimiento con él fue un arrebato de su carácter atrabiliario; pero por no mostrarse débil, permaneció alejado, aunque sin dejar por esto de enterarse de la marcha de sus negocios. Entró en la alcoba del enfermo con el ademán soberbio, el cónico sombrero encasquetado y lanzando a su hermana una mirada de desprecio.

Ella fue mi salvación. Después de haberla visto me sentí renacer. Tal es el poder del amor: la sola existencia de un ser amado es una razón, la más poderosa razón para vivir. ¿Y eso es verdad, tratándose de cualquier amor? ¡No me hable usted de los obstáculos! ; yo odio, yo execro, yo querría, como ya he querido, matar al hombre que me la arrebató, y el odio transpira en mis palabras.

Pero Nélida se lo arrebató, paseando sus labios frescos por la temblona cabecita del simio. Los esposos Kasper se conmovieron al saber que los dos animales eran regalo del doctor Ojeda. Miraron en torno para darle las gracias por sus atenciones con la niña, pero hacía rato que se había retirado a su camarote, deseando librarse cuanto antes de la sociedad de Nélida.