Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 15 de noviembre de 2025


Venialvo, Gallego, Ruiz Romero, Y el gallardo de Leiva, muy valiente, Villalta con Mosquera, compañero, A su opinion trageron mucha gente; El camino, decian, carretero Es atajar el mal é inconveniente, Que estamos de Garay muy oprimidos, Conviene abrir los ojos y sentidos.

La pobre carece de todo en este desierto, y como usted recordará, nos habló hace poco de lo qué sufre por no tener aquí perfumería de París. El ingeniero sacó de un bolsillo varios papeles para dárselos á Moreno. Es un extracto de todos los catálogos de Buenos Aires que ha podido proporcionarme el gallego del boliche. Por cierto que tardó mucho en encontrarlos.

Rara vez se volvían en la misma tarde. Consideraban necesario quedarse para celebrar el triunfo, y las primeras horas nocturnas del domingo eran las de mayor ganancia para el boliche. También resultaban las más temibles para don Roque, y su recuerdo lo hacía vacilar en la concesión de nuevos permisos, aún á riesgo de perder lo que le daba en cambio el Gallego.

En realidad, Antonio González, que era andaluz de nacimiento, aunque lo apodaban todos el Gallego, no podía mirar sin cierta aprensión hereditaria el enorme reptil que, semejante á una maroma de barco, pendía formando curvas de los cuchillos de la techumbre.

Figúrense ustedes, señores manifestó con su característico acento gallego, que allí a las vacas les atan el rabo con una cuerda, ¿saben? y lo tienen suspendido para que cuando les da la gana de proveerse lo puedan hacer sin ensuciárselo. Esta noticia, rigorosamente exacta, hace soltar la carcajada a los presentes.

Pues... si lo habéis querido decir, ¿por qué no lo habéis dicho?, según la célebre expresión de don Juan Nicasio Gallego, el cual, así como el duque de Rivas, Quintana, Bretón, Martínez de la Rosa, Hartzenbusch y otros muchos, han cometido la pifia de ser hombres eminentes y poetas de primer rango sin dejar de ser españoles en la forma ni en la esencia. ¿Habéis por ventura querido decir valiente?

En el rostro de Julio la mirada tranquila tenía una expresión de piedad para su amigo de otro tiempo. Mientras así le consideraba en silencio, un precipitado ruido de pasos se aproximó, por el corredor que llegaba hasta el saloncito, y una voz impaciente gritó: "¿Pero dónde diablos se ha metido?" Era Castilla. Ya, ya, respondió la voz de un sirviente gallego.

Hay muchas razones que expliquen este hecho; pero la principal es que, para ir a Buenos Aires, un gallego no necesita más que veintitantos días; y ¿qué son veintitantos días comparados con la eternidad? Al gallego, hombre de espíritu aventurero, no le arredra la incertidumbre de su porvenir en tierras de América, ni le atemorizan los peligros del inmenso Tártaro.

El andaluz, al nacer, se encuentra con una herencia de gracia, de simpatía y de popularidad que le permite abrirse fácilmente un camino en la vida, aunque carezca de méritos personales. El gallego, en cambio, sólo se encuentra con deudas que necesita saldar por mismo, y si individualmente esto es un mal, colectivamente tiene que ser un bien.

Cuando de niño me enfadaba con él, le llamaba «gallego» y recordaba los grandes hechos de la Independencia, que habían servido, según mis ideas, para echar a patadas del país a una banda de extranjeros explotadores... Al viajar por el interior de mi tierra, vi claro; me di cuenta de los sufrimientos y trabajos de aquellos hombres que fueron extendiendo por el desierto la civilización de su época.

Palabra del Dia

aquietaron

Otros Mirando