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Señor conde, usted tiene algún diablo metido en el cuerpo; está usted tan mozo y tan fresco como la última ves que le vi. La señora condesa no tiene tan buen color, pero ha de ser por culpa, si no me engaño, de estos diablejos que veo por aquí tan gordos y sonrosados.

«¿Qué hacer? siguió pensando . ¡Ay! ¿En dónde me he metidoUnos golpecitos en la puerta del salón la hicieron abandonar sus pensamientos. Entró Sebastiana con expresión tímida é indecisa, manoseando una punta de su delantal. Al mismo tiempo sonreía mirando á la señora, como si buscase palabras para dar forma al deseo que la había traído hasta allí.

Pero dejando el terreno en que nos hemos metido, y en el cual tendremos lugar de volver a entrar, porque nuestro conocimiento será largo y nuestro trato frecuente, vengamos a la situación del momento.

Estando la casa de don Claudio a dos pasos de allí, y habiéndole metido las palabras de Leto en mucho cuidado, en un instante llegaron a ella y se encerraron en el gabinete que servía al comandante retirado de despacho y de dormitorio.

El Hombre-Montaña pudo vagar á lo largo de la costa sin tropezarse con ningún habitante, porque todos los ribereños se habían metido tierra adentro por orden superior. Al verle tendido en el suelo, empezó el asedio de su persona.

Pero aún quedaban los portales. ¡Ah, los portales! Los portales me parecían un recurso de mala ley, indigno de ser tomado en consideración por el momento. Para estar metido en un portal viendo caer la lluvia, más valía haberse quedado en casa.

Metido a todas horas en la casa, su auxilio era de gran valía para Gallardo. El solo bastábase para aplacar a las mujeres, aturdiéndolas con su charla continua. El torero no le regateaba su gratitud. Había dejado la tienda de talabartero porque los negocios iban mal, y aguardaba un empleo de su cuñado.

Mesía estaba como un armiño metido a marmitón. Obdulia había tropezado quinientas veces con el Marquesito; se rozaban sus brazos, sus rodillas, las manos sobre todo, durante minutos, y fingían no pensar en ello.

Yaguatatí en un punto embravecido Como toro muy bravo de Xarama, Entre los españoles se ha metido, Y sálele al encuentro Valderrama, Y Osuna, de los cuales mal herido Los dientes rechinando, bufa y brama, Y dice: por matarme satisfechos No vais; y mete el dardo por su pecho.

«Comienza una obra de Rodrigo de Cota, á manera de diálogo, entre el Amor y un Viejo, que escarmentado de él, muy retraído se figura en una huerta seca y destruída, do la casa del Placer derribada se muestra, cerrada la puerta, en una pobrecilla choza metido, etcLa edición más antigua es la de Valencia, de 1511, por Cristóbal Hoffman. Cancionero general; Amberes, 1573, fols. 64 y 113.