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Despues comenzó el canto, y los himnos entonados por seiscientas ó mas voces femeninas de muy diversos tonos llenaron la iglesia y la plaza circunvecina de una armonía melancólica y singularísima que nos impresionó mucho. Dos palabras mas para terminar este capítulo que se prolonga demasiado.

Seiscientas fanegas de trigo según recordaba Luna se gastaban todos los años en esta limosna: pero era en los tiempos que la catedral cobraba todos los años más de once millones de renta. Molestaban a Gabriel las miradas curiosas de los clérigos y beatas que entraban en la iglesia.

«Los materiales geológicos presentados por el señor de Orbigny, se componen, de un itinerario detallado que encierra buen número de observaciones y de consideraciones generales; de un átlas de ocho hojas, mostrando por medio de recortes figurativos la disposicion de los terrenos; y de mas de seiscientas muestras de rocas, escogidas con dicernimiento y acompañadas de catálogos circunstanciados.

El primer auto de fe, de condenados á las llamas, se celebró, pues, en Sevilla el 6 de Enero de 1481 y el segundo el 26 de Marzo, en que perecieron en la hoguera diez y siete reos, yendo tan en aumento el celo de los inquisidores, que durante siete años fueron quemadas más de seiscientas personas y penitenciadas unas cinco mil.

16 Y sacaban caballos y lienzos finos de Egipto para Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraban caballos y lienzos. 17 Y subían, y sacaban de Egipto un carro por seiscientas piezas de plata, y un caballo por ciento cincuenta; y así por mano de ellos los sacaban todos los reyes de los heteos, y los reyes de Siria.

El jardinero se indignaba ante la posibilidad de que esto ocurriera. ¡Ay! ¡Y para esto habían peleado con los moros tantos señores arzobispos de Toledo, conquistando villas, asaltando castillos y acotando dehesas, que pasaban a ser propiedad de la catedral, contribuyendo al mayor esplendor del culto a Dios! ¡Y para caer en las manos puercas de los enemigos de todo lo santo habían testado tantos fieles en la hora de la muerte, reinas, magnates y simples particulares, dejando lo más sano de su fortuna a la Santa Iglesia Primada, con el deseo de salvar su alma...! ¿Qué iba a ser de las seiscientas personas, entre grandes y chicos, clérigos y seglares, dignidades y simples empleados, qué comían de las rentas de la catedral...? ¿Y a eso llamaban libertad? ¿A robar lo que no era suyo, dejando en la miseria a un sinnúmero de familias que se mantenían de la «olla grande» del cabildo?

Si algo pudo mitigar el dolor de Fernando, fue el testimonio de respeto que en aquella ocasión se apresuró a darle la espuma de la sociedad madrileña: más de doscientos coches particulares siguieron el entierro de la pobre Mercedes; S. M. mandó el coche de respeto con los lacayos enlutados; después se recogieron a la puerta más de seiscientas tarjetas de pésame, y a los funerales que por el eterno descanso de su alma se celebraron en San Isidro, acudió un sinnúmero de personas de calidad, y en representación de S. M., el mayordomo de Palacio.

Si hubiera yo de seguir contando y pintando circunstanciadamente las cosas, escribiría un tomo de quinientas o seiscientas páginas. Demos, pues, punto aquí: y, gracias a que este artículo no peque por largo, y a que tenga el lector la suficiente indulgencia, vagar y calma, para leerle todo sin enojo, fatiga ni bostezo.

Desplazaría de seiscientas a setecientas toneladas, tendría unos ciento sesenta o ciento ochenta pies de largo y más de treinta de ancho. Como barco de carga destinado al transporte de mercancías, era un tanto pesado; de figura muy redonda, casi igual a proa que a popa, tenía una cubierta, sollado a proa para la marinería, cámaras en popa y todo lo demás preparado para bodega.

En efecto, esta imponente cadena de montañas, entre las que figuran las dos mas encumbradas de América, el Illimani y el Ancco-unca ó Nevado de Sorata , cuyos picos se elevan á la altura prodigiosa de mas de siete mil seiscientas noventas y seis varas sobre el nivel de los mares, va, de norueste á sudeste, desde La-Paz hasta traspasar los límites de Bolivia, circunscribiendo la provincia al sudoeste.