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Eso es todo... Te estoy sumamente agradecido... ¿Quieres darme tu dirección en Inglaterra? Pierrepont se levantó, y escribiendo dos líneas en una de sus tarjetas, la entregó a Fabrice. ¡Ahí tienes! Batsford-Park, Moreton in Marsh, Woorcester... ¡Adiós! ¡Hasta la vista! ¿Te vas esta tarde? Esta tarde... ... ¡Ea, hasta la vista! Diéronse la mano y se separaron.

Martes, 4 de enero de 1825. Los cambios de tarjetas, las visitas, las felicitaciones, las alegrías, el movimiento, en fin, de primero de año me han hecho mucho daño; yo no puedo hacer más que llorar cuando alguien me dirige sus recuerdos; ¡mis recuerdos están en lo pasado! ¿Y qué es lo que el pasado me recuerda?

Todos traían cartas de recomendación de diferentes personajes caídos o por caer, levantados o por levantar, pidiendo con ellas, o bien alojamiento perpetuo, o bien prórroga para mudarse. La viuda de García Grande trájome una carga tan espantosa de tarjetas y cartas, que por no leerlas le permití que ocupara su cuarto todo el tiempo que quisiera. Yo sabía que Bringas deseaba salir inmediatamente.

Más arriba estaban las llamadas galerías, donde es admitido el público, siempre que presente sus tarjetas especiales. Las sesiones son tumultuosísimas. Se camina, se habla, se grita, se gesticula, se ríe, se golpea, se vocifera, mientras habla el orador, al unísono.

Currita introdujo un fino cuchillo de marfil por debajo, y el recio papel, sin doblarse ni romperse, se despegó fácilmente. Venía dentro una de esas tarjetas cuadradas en que suelen escribir sus esquelas las damas elegantes, cortada de intento la esquina superior izquierda, en que sin duda debió de haber algún timbre o algún nombre.

De vez en cuando se divertía consultándole sobre la suerte futura del vapor; quería saber si los submarinos le inspiraban miedo. No hay cuidado afirmaba Caragòl . Tenemos buenos protectores. El que se ponga ante nosotros está perdido. Y mostraba á su capitán las estampas y tarjetas postales clavadas en las paredes de la cocina. Recibió Ferragut una mañana la orden de partir.

Eran tarjetas de felicitación, que se amontonaban en el velador de la antesala, y sobre las cuales se abalanzaban las dos hermanas, ávidas de curiosidad.

Hizo Bou muchos millares de etiquetas para almacenes de vinos, tarjetas de anuncios, cartelillos de tres o cuatro tintas y cromos ordinarios para cajas de fósforos. ¡Qué iniciativa la suya! Fue el primero que imaginó hacer en gran escala las cenefas con que adornan las cocineras los vasares.

Aunque el palacio estaba espléndidamente amueblado, el duque hizo desterrar de los salones algunos muebles demasiado grandes y pesados y traer de París otros más sencillos y ligeros. Se quitaron algunos tapices; se compraron muchos objetos de arte, de los cuales estaba un poco necesitada la casa. Veinte días antes del designado para el baile, se enviaron las grandes tarjetas de invitación.

Luego, cuando se cuenta con el apoyo de los ahorros, puede uno permitirse alguna locura... ¿No sufría ella igualmente por culpa del negocio, teniendo que hacer sus viajes a América siempre que las amigas de allá le escribían que la cosecha era buena y el dinero iba a circular en abundancia?... En todos los puertos llenaba tarjetas postales con frases de intenso amor aprendidas en las comedias.