United States or Samoa ? Vote for the TOP Country of the Week !


En la sociedad madrileña, la más amena del mundo porque ha sabido combinar la cortesía con la confianza, hay algunos Pepes, Manolitos y Pacos que, aun después de haber conquistado la celebridad por diferentes conceptos, continúan nombrados con esta familiaridad democrática que demuestra la llaneza castiza del carácter español.

Pasemos á la parte indumentaria. La dama de la alta sociedad y la acomodada de la clase media visten como determina mensualmente el figurín de París, ni más ni menos. Excusado es, por consiguiente, buscar nada local, nada típico en su traje..... En este punto, ver á una elegante madrileña es ver á una elegante granadina.

Formábanlo, en su mayoría, las familias de la colonia veraniega del Escorial que Elena había tenido ocasión de tratar, pero también acudían otros elegantísimos miembros de la alta sociedad madrileña que no reparaban en sacrificar para ello algunas horas de su precioso tiempo. Aquel día rebosaba de distinción y de elegancia el gabinete y el saloncito contiguo de la bella esposa de Reynoso.

Es allí donde se reune por la tarde todo lo que hay de mas bello, de mas rico y elegante en la alegre sociedad madrileña; donde puede admirarse la hermosa raza española en sus variados tipos y tenerse una idea general de la fusion que se va produciendo en las costumbres y los elementos de diversas épocas.

Se reimprimió en el mismo punto por los hermanos de Tournes en 1754, y volvió á hacerse otra edición en Madrid por Pedro Marín en 1771. Las dos ediciones hechas en Bélgica son en 4.º y la madrileña en folio. Fué obra que obtuvo una acogida por los religiosos cual ninguna otra de su género. Se llegó á hacer absolutamente necesaria á cuantos Misioneros pasaban á Indias.

No era difícil conocer al primer golpe de vista a las notabilidades de la ciudad: una fila de altos sombreros de felpa, de bastones de roten o concha con puño de oro, de gabanes de castor, todo puesto en caballeros provectos y seriotes, revelaba claramente a las autoridades, regente, magistrados, segundo cabo, gobernador civil; seis o siete pantalones gris perla, pares de guantes claros y flamantes corbatas denunciaban a la dorada juventud; unas cuantas sombrillas de raso, un ramillete de vestidos que trascendían de mil leguas a importación madrileña, indicaban a las dueñas del cetro de la moda.

No hay viaje al polo Norte que ofrezca más peligros que una escalera angosta de casa madrileña cuando la obscuridad más completa reina en ella. Comenzáis dando tumbos aquí y allí; de repente tropezáis con la pared: chocáis con una puerta, y el ruido alarma á la vecindad. Dais con el sombrero en un candil que, aunque extinguido por falta de aceite, tiene lo bastante para poneros como nuevos.

Entonces no experimentó Cristeta lo que las pastorcillas solicitadas por príncipes, sino que sintió agitársele su viva sangre madrileña, y encarándose con don Juan, repuso ásperamente: , que renuncie al teatro, donde al fin y al cabo puedo ser buena, aunque no lo parezca, para dejar de serlo a beneficio de usted. Luego se cansa usted de , y me deja. Lo de siempre, usted a otra... y yo...

El berrenchín de Currita igualaba, en efecto, a su inquietud, porque justamente pertenecían sus convidados prófugos a aquella parte sana y virtuosa de la sociedad madrileña que se complacía ella en atraer a su casa para acallar con el ejemplo de estos los escrúpulos de algunos otros, a la manera que en ciertos garitos de industrias prohibidas colocan en el portal la muestra de alguna otra industria inocente, que desorienta a la policía y sirve de cebo a los incautos.

Y en efecto, cinco o seis pollastres de lo más elegante y perfilado de la sociedad madrileña zumbaban en los paseos, en las tertulias y en el teatro Real alrededor de la rica heredera, como zánganos en torno de una colmena. Ramoncito tenía varios rivales, algunos de consideración.