Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 30 de abril de 2025
Si algo pudo mitigar el dolor de Fernando, fue el testimonio de respeto que en aquella ocasión se apresuró a darle la espuma de la sociedad madrileña: más de doscientos coches particulares siguieron el entierro de la pobre Mercedes; S. M. mandó el coche de respeto con los lacayos enlutados; después se recogieron a la puerta más de seiscientas tarjetas de pésame, y a los funerales que por el eterno descanso de su alma se celebraron en San Isidro, acudió un sinnúmero de personas de calidad, y en representación de S. M., el mayordomo de Palacio.
Por cada mil pesetas en dinero que los emigrantes mandan aquí, ¿cuántas no se dejarán allí en trabajo? Desgraciadamente, aquí el trabajo no les produciría nada, y la emigración sigue. En Galicia no se ven apenas más que mujeres, viejos que ya han vuelto de América, niños que esperan a ir, caciques y curas. Por cada revista madrileña que llega a Galicia, hay cinco o seis revistas argentinas.
La cosa era sencillísima: bastaba con que la colonia madrileña residente en París se presentase en la embajada española, cogiera por un brazo al embajador y lo plantase en la calle, proclamando allí mismo por rey de España al príncipe Alfonso. ¡Ya contestarían al punto del otro lado de los Pirineos!... ¿Que chillaba el embajador?
Daban estos gritos dos mozas en cueros, que corrian con mucha ligereza por la pradera, y en su seguimiento iban dos ximios dándoles bocados en las nalgas. Movióse Candido á compasion; habia aprendido á tirar con los Búlgaros, y era tan diestro que derribaba una avellana del árbol sin tocar á las hojas; cogió pues su escopeta madrileña de dos cañones, tiró, y mató ámbos ximios.
Van vestidas como siempre, para que conste que no desean llamar la atención. Algunas no se han peinado siquiera y llevan la cabeza oculta en un turbante de velos. Además, guardan lo mejor del equipaje para sus empresas de tierra firme... Con ellas está Conchita, una paisana nuestra, una madrileña, que come estirada y seria, pues la pobre sólo puede entender por señas a sus compañeras.
De aquí nació un rencor sordo, unido a no poca admiración y envidia, y se engendró la lenta irritación nerviosa que dio al traste con la salud de la madrileña. El paroxismo de un deseo no saciado, las ansias de la vanidad mal satisfecha, alteraron su temperamento, ya no muy sano y equilibrado antes.
Al fin llegó monseñor Isbert que debía bendecir la unión de los jóvenes. Era un prelado doméstico de S. S., hombre de mundo, jovial, diplomático, tolerante. Por estas razones gozaba de gran crédito en la alta sociedad madrileña y había casado ya un número considerable de sus miembros. Señoras y caballeros le rodearon al instante y gozaron de su conversación culta y jocosa.
No habrá oído usted decir punta a la madrileña, tacón Isabel II o hechura española, como se dice punta a la florentina, zapato Richelieu, tacón Luis XV, hechura inglesa.
Cuidado, niña, con doña Zobeida había dicho al verse a solas con Concha . Esa buena señora es un alma de Dios... A ver si metes la pata y la asustas con alguna de las tuyas. Pero la madrileña sentía también por la buena dama un cariño respetuoso. La quiero mucho: ¡si es de lo más buena!... Algunas noches, antes de dormir, la acompaño a pasar el rosario en el camarote.
Porque le interesaba para sus fines políticos y económicos y por satisfacer al genio fanfarrón que, a pesar de su avaricia, habitaba dentro de él, resolvió dar un gran baile de trajes en su magnífico palacio, invitando a toda la aristocracia madrileña y a las personas reales. Los preparativos comenzaron dos meses antes.
Palabra del Dia
Otros Mirando