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Para ella, en el caso que se le acababa de presentar, en vez de no caber en un saco, el provecho no podía ser sin la honra, y la honra tenía que producir naturalmente el provecho. Si Juanita se dejaba camelar a tontas y a locas, se exponía a dar al traste con su reputación y a ser el blanco de las más feroces murmuraciones y a perder siempre la esperanza de hallar un buen marido.

Provisto de cuerda y sin cuidarse de escribir previamente esquelas de despedida, como es de moda desde la invención de los nervios y del romanticismo, se dirigió nuestro hombre al estanque de Santa Beatriz, lugar amenisimo entonces y rodeado de naranjos y otros árboles, que no parecía sino que estaban convidando al prójimo para colgarse de ellos y dar al traste con el aburrimiento y pesadumbres.

Los Bancos no restringirán los créditos, todo el que pida dinero lo tendrá; y marcharán los negocios, y se vivirá bien, «en el mejor de los mundos»... Pero aunque un accidente inesperado diese al traste con esa cosecha que tanto le interesa, usted no debe afligirse.

Después que se despidió, yo, en vez de seguir hacia casa del canónigo, retireme a la mía poseído de fuerte turbación. La cosa no era para menos. Aquella carta daba al traste con todos mis proyectos amorosos. Comencé a pasear agitadamente en sentido oblicuo por la estancia. La tristeza, la cólera y el despecho armaban un verdadero motín en mi cabeza.

A la abierta actitud de los primeros días, habían sucedido timideces, cortedad, largas y profundas miradas, prolongados silencios, ensueños, mal humor constante; era visible que se buscaban, y que al mismo tiempo temían encontrarse; era visible que en sus más insignificantes palabras había algo de tierno y de vibrante; no ignoraba la de Aymaret que sus conversaciones personales, directas, eran muy raras, y que aun parecían querer evitarlas en lo posible, de lo que venía a deducir, con harta razón la vizcondesa, que procuraban ponerse en guardia contra la tentación de las efusiones, de los recuerdos, de las mutuas ternuras; no los creía culpables, y les hacía justicia, pero, un contacto tan íntimo y tan familiar entre ellos, ¿no podría ser prueba demasiado fuerte que al fin diera al traste con sus resoluciones por firmes y sinceras que fuesen? ¿No se encontraban de nuevo en presencia el uno del otro exactamente como en otros tiempos, al lado de la señora de Montauron? ¿No podrían despertar paulatinamente y con el mismo ardor que en pasada época esos íntimos sentimientos, haciendo aún más sensible la ya grande antipatía de Beatriz por su marido?

A pesar de lo muerto que, por obra del cariño de Engracia, estaba el amor de Millán a Leocadia, la presencia del cura le impresionó desagradablemente, recrudeciéndose en su corazón el enojo hacia aquel hombre, que dio al traste con sus primeros amores.

¡Bah! ¡bah! creo que daremos con todos al traste; con los medios que tenemos... Podremos, si nos anticipamos, dar un golpe; pero aunque lo demos, siempre quedará un mal en pie. ¿Y qué mal es ese? El rey. ¡Ah! , su debilidad: la facilidad con que se plega al dictamen del más audaz que tiene al lado; á falta de Lerma, y de Calderón, y de Olivares, vendrán otros, y otros, y otros.

Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.

Otros ratos le parecía ser ángel caído sin redención posible. ¿Qué fue de los propósitos de tenaz virtud? ¿Dónde estaban el no debo... no me conviene... yo no soy de esas? Un instante de pasión había dado al traste con todo. Por cima del vencimiento sufrido, quedaba, sin embargo, en el alma de Cristeta un motivo de respetable orgullo.

Cuando los mentecatos pretenden hacerse graves, ¿quién los entiende? ¿Si su majestad querrá dar al traste con Lerma y servirse de Osuna? ¡Que hable claro su majestad, que no soy yo hombre que sirve para catas, ni para ser traído y llevado? debe de andar la reina... Si yo pudiese ver á la reina... ¡Vamos! lo mejor será no pensar en ello: lo que fuere, sonará.