United States or Guinea-Bissau ? Vote for the TOP Country of the Week !


O como estas: «Señores diputados que dijeron ...» «Ayer celebró una conferencia», etc. Los dedos de Señana sumaban, y el de Sinforoso Centeno seguía tembloroso y vacilante los renglones, para poder guiar su espíritu por aquel laberinto de letras.

Entre otras cosas decía: Hija, no se me alcanza el gusto que puedan tener tu hermana y su marido en vivir en este laberinto de la corte. ¡Cuánto mejor estábamos en nuestro pueblo!

Ester, á pesar de su ánimo fuerte, tranquilo, resuelto, y constante en la adversidad, estuvo á punto de desmayarse al oir esta noticia precursora de inevitable desastre, precisamente en los momentos en que parecía haberse abierto un camino para que ella y el ministro pudieran salir del laberinto de dolor y de angustias en que estaban perdidos.

Rosalía, con humildes razones, se declaró incapaz de brujulear a su amiga por aquel laberinto, mayormente cuando ella estaba en un aprieto semejante, y contaba con recobrar aquel día los... aquellos seiscientos reales...

Hasta donde el fondo de la inmensa ranura tiene inclinación regular, se diferencia la superficie del ventisquero de la corriente igual del río. El roce del hielo contra los bordes no la riza en ondas semejantes á las de la ola en la ribera, sino que la quiebra y la parte en grietas que se cruzan en un laberinto de abismos.

Entrambos iban embebecidos en hondos pensamientos y no hablaron una sola palabra durante el camino. Cuando vieron delante de la negra masa del alcázar, Quevedo dijo á Montiño: He aquí que hemos llegado, y que estamos en salvo. Procurad vos no poneros en peligro; ved que palacio es un laberinto en que se pierde el más listo. Aunque fuese el infierno entraría en él. Me lo manda mi honra.

Gritó el cochero desde el pescante. A Notre Dame, á Nuestra Señora, contesté desde dentro, é inmediatamente el carruaje comenzó su marcha. Hace media hora larga que atravesamos un verdadero laberinto de calles, unas espaciosas y claras, otras húmedas, estrechas y sombrías.

En verdad, en verdad, señora mía, dijo Cervantes, que ni yo lo que me pasa, ni dónde estoy, ni a qué atiendo, ni qué deseo, ni de qué hilo he de valerme para salir del laberinto en que perdido me hallo.

La razón de Doña Blanca salía siempre triunfante de cada laberinto de reflexiones en que D. Fadrique se abismaba. Había un mal moral que pedía remedio. Hasta aquí iba D. Fadrique de acuerdo con la idea de Doña Blanca. ¿Era el remedio peor que el mal? El remedio era duro; pero D. Fadrique comprendía que no era peor que la enfermedad, y que era menester aplicarle no habiendo otro.

Pidióle perdón desta locura, y consejo para poder remedialla y salir bien de tan revuelto laberinto como su mal discurso le había puesto. »Espantada quedó Camila de oír lo que Lotario le decía, y con mucho enojo y muchas y discretas razones le riñó y afeó su mal pensamiento y la simple y mala determinación que había tenido.