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Actualizado: 7 de mayo de 2025
D. José Antonio Conde, pone una advertencia al fin del tomo 2.º en la que manifiesta, que al principiar la impresion de este volúmen habia fallecido el autor, dejando la obra sin division de capítulos y sin la correspondencia de los años, y que habia hecho lo que habia permitido el tiempo para dar menos desaliñados los dos tomos póstumos y añade: al dar la serie cronológica de los Reyes árabes nos hemos visto en un laberinto.
Gozaba ella que era una bendición de Dios cuando estaban todos reunidos, chicos y grandes; y cuanto más apretados, mejor. Y apretados lo estaban en aquellas ocasiones a menudo, porque aunque la casa era grande, como tenían mucho laberinto de labranzas y ganados... ¡Virgen Madre, cómo le gustaban esos trajines a su marido! Pues con gustarle tanto, de seguro no le gustaban más que a ella...
Una playa enteramente tranquila con el agua no tan fría, sin engolfarnos mucho al Mediodía, son cualidades de las islitas y penínsulas del Morbihan: todos aquellos islotes forman un laberinto más intrincado que aquel en que un rey ocultó á su Rosmunda. Confíe, pues, usted la suya á ese mar discreto.
Antes de presentarte, monda y lironda la historia de esta prodigiosa ciudad, creo conveniente que nos acompañes por estas calles, por estas plazas, por estos paseos, por estos cafés, por estos hoteles, por estos teatros, por estas tertulias: es decir, por este bullicioso y deslumbrador laberinto.
Así sus formas son tan irregulares y complicadas que llegan hasta la extravagancia. Sus calles, casi todas estrechas, oscuras, tortuosas y muy pendientes, forman un laberinto de cuestas que obligan á subir ó bajar en todo caso.
Por lo demás, no te creas: entre el laberinto del ganado abajo, y la tertulia de arriba después de rezar el Rosario, rara es la noche en que nos acostamos más temprano... Ya verás, ya verás, ¡pispajo! cómo sabemos vivir aquí, aunque montunos y pobres, a uso de pudientes de ciudad... Conque ¿entendístelo, Marmitón? Pues, ¡jorria! ya que estás jartu, y a su casa el que la tenga.
No hay nada bueno que esperar para él ni para mí ni para tí ni aun siquiera para mi pequeña Perla. No hay sendero alguno que nos saque de este triste y sombrío laberinto. Mujer, casi podría compadecerte, dijo el médico á quien no fué posible contener un movimiento de admiración, pues había una cierta majestad en la desesperación con que Ester se expresó.
Entraron algunos vecinos, para quienes no era nuevo aquel laberinto, aunque hasta entonces no había ocurrido pendencia tan ruidosa en casa de Nazaria; entró también Romualda dando gritos, y todos se dedicaron a la grande obra de la pacificación. Cada contendiente se vio rodeado de un grupo y oyó las exhortaciones más razonables. ¡Cosa extraordinaria!
Pero Ester no pudo resolver la pregunta, encontrándose ella misma en un laberinto de dudas.
Si se ven algunas calles y alamedas espaciosas y alegres, la gran masa de la ciudad está cortada por callejuelas sucias, tortuosas, oscuras, empedradas con guijarros, estrechísimas, complicadas en laberinto, completamente moriscas.
Palabra del Dia
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