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Actualizado: 14 de septiembre de 2024
Su mirada dulce y altiva a la vez, tierna y no obstante un poco sombría, inspiraba el respeto, la admiración y el amor, y en su rostro flotaba un no sé qué de celeste y de deslumbrador con una majestad incomparable.
Después me parecía llegar, penetrar por entre el gentío que se precipitaba en la humilde nave, avanzar hasta el pie del presbiterio, y allí arrodillarme admirando la hermosura de las imágenes, el portal resplandeciente con la escarcha, el semblante risueño de los pastores, el lujo deslumbrador de los Reyes magos, y la iluminación espléndida del altar.
Con éstas y otras invenciones para ocultar sus haraposos vestidos, el vendedor de periódicos quedó tan guapo que no parecía el mismo. Mucho se vanaglorió de su persona cuando le pusieron ante el espejo de un estuche de costura para que se mirase. Estaba el chico deslumbrador. En seguida principió el baile.
Con razon esclama un inspirado poeta al contemplar su grandeza: Empieza una nueva luna; ¡oh tú que por la gracia de Dios imperas, dime quién es capaz de sobrepujar tu gloria ! Verdaderamente se inaugura tambien para el arte una nueva era de progreso y esplendor bajo la proteccion de este Augusto de los califas: la arquitectura arábigo-bizantina llega por su impulso al cenit en su atrevida carrera: la elegante y rica ornamentacion neo-griega acaba de cubrir los garbosos lineamientos latino-pérsicos, á la razonada distribucion del ornato se agrega la magnificencia y gala de los colores y esmaltes, de los estucos y mosáicos, de los nuevos procedimientos introducidos en Córdoba por los artistas de Constantinopla, que con habilidad mágica convierten la dura pasta del vidrio y de los metales en deslumbrador brocado de oro y terciopelo . Llegó ya la época de cultura y grandeza que habian soñado Abde-r-rahman II y Al-hakem I, y que ellos á pesar de su ardiente anhelo no habian podido disfrutar por no consentírselo las indómitas razas cristianas.
Pero esta hegemonía de Francia en letras y en artes, no sólo da a Francia entre los extranjeros fundadísimo crédito, sino también prestigio deslumbrador, que los solicita y estimula a la admiración más ciega, a los encomios más hiperbólicos y muy a menudo a la desmañada imitación de lo peor, originando modas en lo que se escribe y en lo que se piensa, como las hay en lo que se viste y en el menaje de las casas.
No se echó menos ninguno de los refinamientos de los comedores aristocráticos, ni en el lujo de la vajilla, ni en el aderezo de los platos, ni en la corrección del servicio. Mientras comían, el vasto parque se iluminó a la veneciana. Al levantarse de la mesa todos corrieron a admirar desde los balcones el golpe de vista, que era magnífico, deslumbrador.
La riqueza y fecundidad de imaginación, que aun hoy admiramos en las mejores novelas de esta época; el brillo deslumbrador de sus palacios suntuosos, llenos de oro y piedras preciosas; sus islas flotantes, sus caballos alados, sus anillos mágicos, sus armas y castillos encantados, sus hadas, gigantes y enanos, hubiesen arrastrado imaginaciones más frías que las de los españoles.
Perniciosa melancolía, nacida tal vez en mi alma cuando viví lejos de mi familia, condenado a las soledades de un colegio, cuyos claustros vetustos entenebrecieron mi espíritu; melancolía que me arrastra a los campos y a la espesura de los bosques, para extasiarme largas horas ante el espectáculo deslumbrador, a orillas de laguna adormecida, escondido entre los juncos; o para abismarme en la contemplación de una flor desconocida, modesta y rústica beldad.
Pues bien, estoy seguro de que no hay magnate ni extranjero en Paris que tenga una casa montada con más lujo, con más alarde, con más profusion; sobre todo, con un gusto más refinado, más incitante, más deslumbrador. Estilo árabe, estilo persa, estilo griego; doraduras, bordados, reflejos, prismas; todo está allí mezclado y confundido formando una region de hadas ó de huríes.
Los dos dirigieron sus anteojos sobre Bettina. Está deslumbrador esta noche, el lingote de oro continuó Martillet. Mira, pues, la línea del cuello... los hombros... tan joven y ya tan mujer. Sí, está preciosa, y alegre también, mira... ¡Quince millones, según parece, quince millones de ella sola, y la mina de plata que continúan explotando!
Palabra del Dia
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