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No vieron humo alguno, ni se encontraron animales del campo, sino unos pocos guanacos que huian de media legua, y tal cual avestruz, de los que mataron uno, siendo esteril de caza toda la campaña y cuestas: ni aun pájaros se oyeron, sino es tal ó cual. Hubiéronse, pues, de volver harto desconsolados.

Mientras el padre bebía los vientos por fijar la rueda de la fortuna en la sala de juego de la Oliva, las niñas se multiplicaban, verdaderas buhoneras de mismas, siempre con la mercancía de su hermosura a cuestas por plazas, iglesias, paseos, bailes y teatro. Pero llegó un luto, y aquí fue ella.

Ello mucho debió de ser, pero no debía obligar a restitución, porque el ama confesaba y comulgaba de ocho a ocho días y nunca la vi rastro de imaginación de volver nada ni hacer escrúpulo, con ser, como digo, una santa. Traía un rosario al cuello siempre, tan grande, que era más barato llevar un haz de leña a cuestas.

El lado septentrional del Rio de la Plata es desigual, con cuestas, montañas &a., regado por muchos arroyos y rios, algunos muy grandes, pero los mayores, son los de Santa Lucia, el Uruguay, y el Rio Negro. Este país es muy fertil, y produce toda suerte de ganados, cuando está bien cultivado, y tiene tambien mucha madera.

Divulgóse la cortesía de mi esposo, tanto, que los muchachos le corrían por las calles, y por esto y porque él era algún tanto corto de vista, mi señora la duquesa le despidió, de cuyo pesar, sin duda alguna, tengo para que se le causó el mal de la muerte. Quedé yo viuda y desamparada, y con hija a cuestas, que iba creciendo en hermosura como la espuma de la mar.

Hubo un herido; chillaron las mujeres; el hombre del arpa salió corriendo llevando á cuestas su instrumento, que gimió de dolor al chocar con las rejas salientes de la calle; acudieron los vecinos, y llegaron al fin los policías, que rondaban esta noche más que en el resto del año, conociendo por experiencia los efectos de la aglomeración en la fiesta del Señor del Milagro.

Que abandonara esa vida de vagancia, que se hiciera hombre de provecho, que trabajara... ¡Trabajar Agapo! ¡si apenas podía llevar su alma a cuestas! sus brazos colgaban lánguidos de los hombros, sus piernas se negaban a sostenerle mucho rato y hasta su pensamiento era tardo y perezoso, como obrero holgazán que ama el descanso.

Yo, por más inteligente que usted me crea, sólo puedo ser allá un ignorante. Elena hizo un movimiento de sorpresa y luego repelió altivamente la proposición. No acepto. ¡Qué locura!... ¡Qué fardo iba usted á echarse á cuestas, amigo Moreno!... Olvida usted además que yo soy una mujer casada, una señora, y la gente, al vernos juntos, haría las suposiciones más calumniosas.

Cuando le veo a usted, Gabriel, sonreír ante las cosas religiosas, adivino en su gesto lo mucho que se calla, y le doy la razón. Yo he tenido curiosidad por saber la historia de la música en la Iglesia; he seguido paso a paso el largo calvario del arte infeliz, llevando a cuestas la cruz del culto al través de los siglos.

Ahora, envuélvase usted en esta amplia capa continuó Sarto dirigiéndose a , y póngase esta gorra de cuartel. Es usted mi ordenanza, que me acompaña esta noche al pabellón de caza que usted sabe. Hay un obstáculo dije, y es que no existe caballo capaz de recorrer más de quince leguas conmigo a cuestas. Por eso montará usted dos, uno aquí y otro en Zenda. ¿Estamos listos?