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De esta suerte, paseando mucho y estudiando algo, pero asimilándose su inteligencia fácilmente lo que aprendían, llegaron a ser un término medio entre el estudiante sorbedor de textos, que suele al fin no servir para nada, y el pigre holgazán, que degenera en pillastre.

Sigue cantando, muchacho... Estoy acostumbrado desde que vive aquí Gertrudis... Pero ¿qué vas a hacer con esa blusa blanca? ¿Crees acaso que voy a estar aquí de brazos cruzados? Descansa un día más. ¡Ni una hora! Mis ropas de holgazán están colgadas ya de un clavo. Martín ha visto las flores que están a la cabecera del lecho, y dice riendo de mala gana. ¡Habrase visto!

Sus palabras, oídas con respeto, no produjeron efecto. Elías decidió la cuestión, diciendo que su sobrino, además de liberal, era holgazán, y que había de renunciar á hacer de él nada bueno. Todos callaron y comieron. Clara no era admitida á la mesa común. Volvamos arriba. Lázaro se comía la ración con gran apetito.

¿Esas tenemos, señor planeta?... ¿Con que quiere usted tragarme?... Si ese holgazán satélite quisiera alumbrar un poco, ya nos veríamos las caras usted y yo.... Y a fe que por aquí abajo no hemos de ir a ningún paraíso. Parece esto el cráter de un volcán apagado.... Hay que andar suavemente por tan delicioso precipicio. ¿Qué es esto? ¡Ah!

En la narración donde esto se ve más claro es en la titulada La familia de Hita. Los principales personajes no pueden ser menos ideales, ni más reales, ni más vividos, ni más ruines tampoco. Eusebio, el padre, es un soñador, holgazán, declamador de café e inventor de planes absurdos para ganar dinero y fama.

Ladrón, si te mueves, te como... gritó Nazaria en voz tan imponente, que Tablas, ya en camino de traer al tercer personaje, se detuvo en medio de la sala . Ponte en la puerta de la calle ahora mismo, holgazán, gorrón, que el pan que me has comido, mejor habría sido echarlo a los perros.... ¿Pues no te contentas con gastarme mi dinero y arruinarme la casa, sino que me amenazas?... ¡Por vida del arpa del tío David, yo tenía más dinero y más comenencia que cuatro reyes, y me has llenado de trampas!

722 Yo anduve ansí como todos, hasta que al fin de sus días supo mi suerte una tía y me recogió a su lado; allí viví sosegado y de nada carecía. 723 No tenía cuidado alguno ni que trabajar tampoco, y como muchacho loco lo pasaba de holgazán; con razón dice el refrán que lo güeno dura poco.

Frisaba en los cuarenta años y parecía tener sesenta, con su barba gris de patriarca, la melena casi blanca y las arrugas de su frente de pensador: diríase un hombre combatido por las adversidades, un inválido del trabajo, un paria de la suerte, todo menos el prototipo del holgazán. Era digno, a su manera.

Currito era un holgazán, un perdido, un verdadero mueble, pero tenía un corazón afectuoso y leal. A D. Luis, que era el ídolo de Currito, le sucedía como a todas las naturalezas superiores con los seres inferiores que se les aficionan. D. Luis se dejaba querer; esto es, era dominado despóticamente por Currito en los negocios de poca importancia.

Comerás las sobras de la mesa. Eres un roío gandul, un roío holgazán, un roío bergante, y acabarás en presidio. Como usted dijo Mariano con descaro. ¡Roer!, no te me subas a las barbas, porque de un roío puntapié vas a parar a Flandes. Yo soy una persona decente. Los holgazanes y gandules me cargan, ¡taco!