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Había caído de lo alto de una peña abrazado a la osa mal herida que perseguían los vaqueros hacía una semana. Murió con gloria el artillero, pero su viuda se encontró abrumada de trampas, de deudas y para sarcasmo de la suerte, dueña de créditos sin fin que no se cobrarían jamás. Volvió a Matalerejo, después de perder por embargo cuanto tenía.

Algunos no parecían sentir el contagio de su entusiasmo. ¡La guerra!... Con la imaginación veían los negocios paralizados, los corresponsales en quiebra, los Bancos cortando los créditos... una catástrofe más pavorosa para ellos que las matanzas de las batallas. Pero aprobaban con gruñidos y movimientos de cabeza las feroces declamaciones de Erckmann. Era un Herr Rath, y además un oficial.

El consejero presidía con toda su grandeza estas diabluras de los amigos, sesudos negociantes de los puertos anseáticos que gozaban de grandes créditos en el Deutsche Bank ó tenderos instalados en las repúblicas del Plata con una familia innumerable.

Los Bancos no restringirán los créditos, todo el que pida dinero lo tendrá; y marcharán los negocios, y se vivirá bien, «en el mejor de los mundos»... Pero aunque un accidente inesperado diese al traste con esa cosecha que tanto le interesa, usted no debe afligirse.

El capitán Pablo había pasado medio año sin escribir a su amigo, pero ocupándose todos los días de sus asuntos. Había peleado con los más feroces usureros de la isla, insultando a unos, venciendo a otros en astucia, valiéndose de la persuasión o de la bravata, avanzando dineros para satisfacer los créditos más urgentes, cuyos tenedores amenazaban con el embargo y la venta.

El éxito y las ganancias engolosinaron a doña Lupe, que adquirió gradual y rápidamente todas las cualidades del perfecto usurero, y echó el medio pecho de algodón, haciéndose insensible, implacable y dura cuando de la cobranza puntual de sus créditos se trataba.

Su apoderado quería reunir dinero, y falto de los envíos de Rusia, realizaba todo lo que él poseía en Occidente: créditos á su favor, adelantos hechos á sus protegidos, fianzas en depósito, hasta los préstamos de la princesa, que, según disposición suya, sólo debían exigirse en caso de ineludible necesidad. El estrujamiento general impuesto por las circunstancias había alcanzado á Alicia.

Los créditos que he venido á realizar...." Aquí Clementina saltó algunos renglones pues los negocios de Roussel le parecieron insignificantes.... "No estaré de vuelta antes de tres semanas y Dios sabe si voy á echarte de menos durante ese tiempo, ingrato, por no haber querido acompañarme.... Afirmas que Inglaterra no es un país artístico.... Si vieras qué interesantes son estos centros manufactureros de Manchester y Birmingham ... en ellos se toma el pulso de la actividad de un país...." ¡Espíritu prosaico y mercantil! murmuró Clementina.... "La Escocia es una maravilla.... He de traerte aquí y verás hasta qué punto eran erróneas tus ideas.

La noche del segundo día, Torquemada, rendido de cansancio, se embutió en uno de los sillones de la sala, y allí se estuvo como media liorita, dando vueltas á una picara idea, ¡ayí dura y con muchas esquinas, que se le había metido en el cerebro. «He faltado á la Humanidad, y esa muy tal y cual me las cobra ahora con los creditos atrasados.... No: pues si Dios, ó quien quiera que sea, me lleva mi hijo, ¡me voy á volver más malo, más perro...! Ya verán entonces lo que es canela fina.

Firme en sus manifestados propósitos de abandonar la villa tan pronto como le fuera posible, Simón Cerojo, desde el día en que le oímos hablar de ello con su mujer, se consagró exclusivamente a realizar, pero con mucho pulso, sus existencias y créditos; indispensable tarea que le ocupó algunos meses.