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14 y vino un mensajero a Job, que le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, 16 Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los criados, y los consumió; solamente escapé yo para traerte las nuevas.

Una de aquellas tardes que fué, encontró sola a Carmencita, y apenas se saludaron, le preguntó Salvador: ¿Todavía lees aquel libro que te hace desvariar? Ella dijo, con su voz de melodía triste: Todavía.... Pues yo voy a traerte otro libro santo muy alegre, con tapas azules y letras de oro, si me prometes que leerás en él un poco todos los días. Si dices que es santo....

Amparo miró al duque fijamente para averiguar "si se estaba quedando con ella". La fisonomía de aquél permanecía inalterable. Bien; pues de todos modos quiero ir dijo con mal humor y recelosa . Me traerás una invitación. ¿Qué más quisiera yo, querida, que traerte una invitación?

Grande fué mi alegría cuando te vi abrir los ojos, cuando te pronunciar frases obscuras, y observé que tus heridas no parecían de mucha gravedad; así es que en cuanto dimos sepultura a tu buen amigo, me ocupé de los medios de traerte a mi casa.

17 Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y los tomaron, e hirieron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para traerte las nuevas. 18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito;

No sabes lo que es ir de caza en este país. A ver si me veo precisado a traerte en brazos como a Ventura. No tengas cuidado; soy más fuerte de lo que parezco. Al fin la joven, trató de marcharse. Gonzalo le preguntó con timidez: ¿No me lees hoy un poco? Cecilia no había pensado en otra cosa desde hacía rato.

Y, porque vieses que, siendo conmigo tan inhumana, no era posible dejar de serlo contigo, quise traerte a ser testigo del sacrificio que pienso hacer a la ofendida honra de mi tan honrado marido, agraviado de ti con el mayor cuidado que te ha sido posible, y de también con el poco recato que he tenido del huir la ocasión, si alguna te di, para favorecer y canonizar tus malas intenciones.

«, hermanos míos, lo que quiere decir: Te he tomado de la mano para traerte de los lugares más alejados del mundo; te he llamado de los puntos más distantes; te he elegido y no te he rechazado; no temas nada, porque yo vengo a ti.

Inés quedó sola y acudí hacia ella. Por primera vez durante la tertulia hallaba ocasión de poderle hablar lejos de los demás, y la aproveché con presteza. Ella, anticipándose al afán con que yo iba a hablarle, me dijo: ¿Mi prima te ha mandado aquí? ¿Me traes algún recado de ella? No respondí . No me ha mandado tu prima. No he venido por traerte recado alguno.

Por de pronto, veo que no he vivido solamente en el error que me citaste, sino en otros muchos; y voy temiendo que uno de los mayores ha sido el de traerte aquí tan de prisa y con los fines con que te traje. Pues si eso ha sido un error tuyo saltó Nieves emocionada, nerviosa, con la sinceridad de lo que decía bien reflejada en sus ojos , a tiempo estás de enmendarle.