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Actualizado: 7 de junio de 2025
De los enemigos murieron 106, en que se deben contar algunas mugeres y chicos, que en la confusion no se pudo evitar su estrago; y hubiera sido total, á no contener yo el justo despique de los nuestros: digo justo, porque algunos llevaban consigo el reciente dolor de la muerte inhumana de aquellos mismos bárbaros; y lo mas, la total disolucion de sus haciendas y campos.
Así nos vamos vengando unos en otros, de la manera más inhumana y estúpida. Realmente, la naturaleza es pródiga con el hombre egoísta y con la mujer voluble e insensible. Quizá es lo natural en el hombre ser un poco canalla, y en la mujer un poco cruel. Hasta es posible que la bondad y la generosidad sean una anomalía.
Eso que usted dice de la aurora que con sus dedos rosados abre las puertas del firmamento, es ya una alegoría, o lo que es igual, una metáfora continuada... ¿A que no sabe usted qué figura comete cuando dice al terminar la composición? ¡Triste suerte, cruel, parca inhumana sumió a mi alma en duelo y amargura!» Efectivamente, no lo sabía.
Vió Babuco todos los yerros y todas las abominaciones que se cometiéron, y fué testigo de las maquinaciones de los principales sátrapas, que hiciéron quanto estuvo en su mano para que la perdiera su general: vió oficiales muertos por su propia tropa; vió soldados que acababan de matar á sus moribundos camaradas, por quitarles algunos andrajos ensangrentados, rotos y cubiertos de inmundicia; entró en los hospitales adonde llevaban á los heridos, que perecían casi todos por la inhumana negligencia de los mismos que pagaba á peso de oro el rey de Persia para que los socorriesen. ¿Son hombres estos, exclamaba Babuco, ó son fieras?
Para comprender esta inhumana crueldad, es preciso haberse encontrado en trances tan terribles: el sentimiento y la caridad desaparecen ante el instinto de conservación que domina el ser por completo, asimilándole a veces a una fiera. «¡Oh, esos malvados no quieren salvarte, Marcial! exclamé con vivo dolor. Déjales me contestó . Lo mismo da a bordo que en tierra.
Pasaré por alto las crueldades con que desde el rompimiento de hostilidades trató el General Otis á los filipinos, fusilando sigilosamente á muchos que no quisieran firmar el escrito, pidiendo la autonomía; nada diré de los abusos de fuerza, que los soldados americanos cometieron contra inocentes é indefensos vecinos de Manila, fusilando á niños y mujeres por estar asomados á los balcones; allanando domicilios á media noche; descerrajando arcas y aparadores, y llevándose dinero, alhajas y cuantos objetos de valor encontraban, rompiendo sillas, mesas y espejos que no se podían llevar, porque al fin y al cabo, son consecuencias de la guerra, aunque impropias de un ejército culto; pero lo que no pasaré por alto, es la inhumana conducta observada por dicho General con el ejército filipino, cuando para arreglar un tratado de paz con la Comisión civil presidida por Mr.
El pastoreo proporciona las mismas ventajas, y la función inhumana del ilota antiguo la desempeña el ganado. La procreación espontánea forma y acrece indefinidamente la fortuna; la mano del hombre está por demás; su trabajo, su inteligencia, su tiempo, no son necesarios para la conservación y aumento de los medios de vivir.
Que se halle hombre tan ruin como Rocafort entre tanto soldados, y capitanes no me causa admiracion; pero que entre todos ellos no se halláse un hombre de bien que detuviera, ó replicára á Rocafort, advirtiéndole, si quiera, que ofendia su fama, y obscurecia sus hechos, con ejecucion tan inhumana, y fuera de tiempo.
Desde entonces la Gaceta cultiva, ensancha, agita y desenvuelve en el ánimo de sus lectores el odio a los europeos, el desprecio de los europeos que quieren conquistarnos. A los franceses los llama titiriteros tiñosos; a Luis Felipe, guarda chanchos unitario, y a la política europea, bárbara, asquerosa, brutal, sanguinaria, cruel, inhumana.
Temerosos éstos, ó de que viniesen sobre ellos las armas portuguesas á vengar la muerte de los suyos, ó llevados del interés, se pasaron y vinieron á vivir en el país ya dicho; y aunque pocos entonces, pues apenas pasaban de cuatro mil, ahora están muy numerosos, pues pasan de veinte mil, viviendo sin forma de pueblo, en tropas, y dándose á correr y robar las tierras circunvecinas; y por el deseo de carne humana, de que gustaban mucho, hacían á muchos de ellos cautivos; y cebados por muchos días, como se hace en Europa con los animales de cerda, celebraban banquetes de cruelísima alegría, con lo cual se hicieron formidables á los confinantes; y sólo con la venida de los españoles olvidaron la inhumana costumbre de comer carne humana, pero no la crueldad; de suerte que se dice haber destruído y aniquilado hasta el presente más de ciento y cincuenta mil indios.
Palabra del Dia
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