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El buen Mateo Gil, soldado viejo, Con esfuerzo y valor de Trugillano; Nacido en el lugar de Xarahicejo, Andaba por el campo muy lozano. Parécele que mata algun conejo, Matando algun soldado Zapicano, Y así tan gran estrago va haciendo, Que las yerbas del campo va tiñendo. Hernan Ruiz pelea sin pereza, De Córdova heredando la osadia: Acá y allá acude con destreza, Con ánimo y esfuerzo y valentia.

La mas gente que á yerbas ha salido, Sin armas, y sin fuerzas y sin brio, Con solos los costales han partido, Los mas casi desnudos y con frio. Pues llega el Abayuba encrudecido, A su lado con él viene su tio, Y entrambos tal estrago van haciendo, Que las yerbas del campo van tiñendo.

No se verificó este estrago, porque el Alcalde logró ponerse en salvo por medio del mismo tumulto. El dia 13 mandó abrir Cabildo D. Jacinto Rodriguez, y cuando se presumia fuese para tomar alguna providencia, solo se dirigió á que lo recibiesen de Justicia Mayor, empleo de que se habia posesionado con solo la autoridad de los sublevados.

Por entonces los conocí yo siendo estudiante todavía, durante las vacaciones de verano, en la romería de la Virgen de las Nieves. Me parecieron de muy mala catadura, particularmente el mayor, en cuyo semblante de torva y recelosa mirada, lo mismo que en el resto de su persona, se veían las huellas y el estrago de todas sus malandanzas.

Y como se desgaja la peña del monte y rodando cae al llano y aplasta y destruye cuanto encuentra, hasta que para y queda inerte otra vez, rodeado de muerte y silencio, así se desprendió del alma de Juan Bou su esperanza; rodó, hizo estrago, produjo cólera y despecho; pero bien pronto todo quedó en atonía dolorosa y muda.

Desde el torreon de Guansapata y de la plaza se les hizo tambien bastante fuego con la artilleria, cuyos tiros dirigidos con oportunidad y acierto, causaron algun estrago en los enemigos, que amedrentados retrocedieron á lo mas eminente del Cerro de Orcopata, hasta que con la proximidad de la noche cesó toda hostilidad de una y otra parte, sin que de la nuestra hubiese perecido alguno, pero muchos de la suya, con un número considerable de heridos que tuvieron.

Saliendo al alto, y siendo traspasado Un poco de pantano que allí estaba, El Capitan á priesa ha caminado; Los once de á caballo que llevaba Siguieron con esfuerzo denodado: La trompa con presteza resonaba En ellos, Santiago, Santiago, Y oid un bello lance y gran estrago.

Yo os confieso, señores, que la ambición me induce a señalarme en la India en empresas guerreras, pero como no cuento con muchos soldados para eclipsar allí las hazañas de Alejandro de Macedonia, preferiría yo sin estrago y sin sangre emprender y llevar a cabo un propósito que me daría gloria nueva y sin rival entre los seres nacidos de mujer: la gloria de circunnavegar este planeta.

Saliéronle al encuentro todos, hombres y mujeres, y le hospedaron cortesmente en su Ranchería, mas no con aquellas demostraciones de afecto que el Padre esperaba; y sin duda fué porque había ya algunos días que estaba hecha la Ranchería un hospital de enfermos y moribundos por una epidemia pestilente que hacía gran estrago en todos, y lo peor era que echaban la culpa al Padre, diciendo que por haber querido matarle, había hecho venir de otro lugar la peste para vengar su agravio.

Un mal médico mata á sus enfermos, un mal arquitecto tal vez construya edificios que se hunden con estrago espantoso, un mal zapatero nos estropea los pies, un mal sastre nos afea con sus trajes ridículos, un mal cocinero nos envenena ó nos mata de hambre, un mal político causa la miseria y el descrédito de su nación, y un mal general expone sin plan y sin objeto la vida de sus soldados y aun llega á causar el empobrecimiento, el oprobio y la ruina del Estado á quien sirve.