United States or Brunei ? Vote for the TOP Country of the Week !


Volviendo ahora á nuestra catedral de Córdoba, que vimos salir de cimientos en el año 1523, es decir, cuando ya Enrique Egas, Pedro de Ibarra y otros maestros habian iniciado en las construcciones civiles la manera ultramontana, y proseguir lenta y trabajosamente hasta los primeros años del siglo XVII, esto es, hasta la época de la decadencia de nuestra arquitectura, ya facilmente sospechará el lector que vamos á encontrar dentro de ella todos los caractéres buenos y malos, todas las huellas de las diferentes trasformaciones de nuestro gusto artístico, desde las elegantes proporciones dadas al estilo plateresco por Cristóbal de Andino, Juan de Badajoz, Machuca, Covarrubias, Siloe y Borgoña, hasta las frias, secas y pesadas invenciones de los imitadores de Juan de Toledo, Herrera, Vega, Becerra, Bustamante y Villalpando.

Era una mujer ajada, de buenos ojos, flaca, pálida y pobremente vestida, con un pañolito de seda blanco al cuello y la cabeza descubierta. Aparentaba bien cuarenta años; pero quedaba la duda de si sería más joven. Su rostro ofrecía más claramente las huellas del trabajo y la miseria que las del tiempo. ¿Sanhurho? Sanjurjo.

Sus doctrinas sobre estética, de acuerdo con su filosofía fundamental v con la natural condición de su espíritu, tienen no escaso valer en la historia de esta ciencia nueva, y preparan la gran reforma y el desenvolvimiento que Schiller llevó a cabo, bajo los auspicios y siguiendo las huellas de Kant.

Esto ocurrió también en Andalucía, donde se conspiró un buen tiempo, si bien luego tratóse de borrar las huellas de tales pasos, y siendo tal vez no pocos de los que luego prestaron acatamiento á Felipe V, los que promovieron y fomentaron ocultamente las conjuras.

Los contornos del monte no presentan ninguna regularidad, revelando su situación, conjunto y configuración, las huellas de un gran cataclismo. En las primeras capas que lamen las aguas, difícilmente crecen algunos raquíticos arbustos sin verdura, frutos ni flores.

Sabido el objeto del álbum, cualquiera puede conocer la causa a que debe su origen: el orgullo del hombre se empeña en dejar huellas por todas partes; en rigor, las pirámides famosas, ¿qué son sino la firma de los Faraones en el gran álbum de Egipto?

En aquellas bárbaras correrías que duraban cuatro y cinco años, desde las orillas del mar Caribe a las más altas mesetas andinas, la marcha de los conquistadores quedaba grabada por huellas de incendio y de sangre.

¿Es por ese muchacho? se atrevió á preguntar con voz insegura, como si también sufriese una inexplicable emoción. Contestó ella con un leve movimiento de cabeza, sin apartar las manos de sus ojos. Miguel no necesitaba verlos. Había adivinado la verdad al sorprender en sus córneas las huellas del llanto.

En sus modales, en su manera de hablar, en su espíritu mismo, había dejado el mal huellas quizás más profundas, porque hablaba poco, contestaba tardíamente, cual si necesitara mucho tiempo para recoger y coordinar sus ideas desparramadas y fugitivas. Miraba a su hermana con espantados ojos.

Doña Gertrudis estaba rebujada en una magnífica manta de felpa, y tenía la cabeza cubierta con una cofia, por debajo de la cual enseñaba algunos cabellos entre rubios y blancos. Su rostro era de singular blancura mate, fino y correcto. Los ojos azules y sumamente tristes. Más que de la enfermedad advertíanse en aquel rostro las huellas de la clausura. Me mata, me mata este ruido en los oídos.