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Solo ya, sacó Julián de entre la camisa y el chaleco una estampa grabada, con marco de lentejuela, que representaba a la Virgen del Carmen, y la colocó de pie sobre la mesa donde Sabel acababa de depositar el velón. Arrodillóse, y rezó la media corona, contando por los dedos de la mano cada diez.

¡Ah, señor capitán! ¡cómo olvidar semejante noche!! La tengo grabada en el alma de una manera constante; y si alguna vez he creído ver la sublime imagen de Jesucristo sobre la tierra, ha sido ésa, en que el hermano cura me salvó a de la muerte, a toda una familia infeliz de la orfandad, y a aquellos desgraciados fanáticos del infierno de los remordimientos.

Yo tambien he peleado, dixo, pero otro ha usurpado mis armas; y hasta que tenga la honra de acreditarlo, pido licencia para presentarme á acertar los enigmas. Votáron; y estaba tan grabada aun en todos los ánimos la reputacion de su probidad, que unánimemente fué admitido.

En este viage científico desplegó un gran valor el jesuita Cardiel, y los detalles que el P. Lozano sobre una excursion de este animoso misionero en el interior de la bahia, forman un trozo que no es posible leer sin emocion. Llevaba al pecho un crucifijo de bronce, y en la mano un báculo, grabada en él una cruz."

688 Adentro mesmo del hombre se hace una revolución: metido en esa prisión, de tanto no mirar nada, le nace y queda grabada la idea de la perfección. 689 En mi madre, en mis hermanos, en todos pensaba yo; al hombre que alli dentró de memoria más ingrata, fielmente se le retrata todo cuanto ajuera vió.

En fin, mi empeño fue tan obstinado que logré borrar la imagen de Urbási, grabada en mi corazón como sello puesto allí por el demonio en señal de que yo era su esclavo. Entonces brotaron de nuevo y más pujantes las alas de mi espíritu.

No está muy lejos de aquí un sitio donde hay casi dos docenas de altas hayas, y no hay ninguna que en su lisa corteza no tenga grabado y escrito el nombre de Marcela; y encima de alguna, una corona grabada en el mesmo árbol, como si más claramente dijera su amante que Marcela la lleva y la merece de toda la hermosura humana.

En el colegio no admitía conversación sino con las hijas o por lo menos sobrinas de algún título del reino, y cuando los jóvenes comenzaron a seguirla, su primera mirada no era al bigote, sino a los gemelos de la camisa por ver si descubría grabada en ellos la corona de sus ensueños.

El pueblo había recogido la corona arrojada en un rincón del Palacio y se la había puesto sobre sus sienes duras. ¡Bien, bien, bien! Y se aplaudió a misma, se palmoteó con esas manos inmateriales, que para apoyar sus discursos tiene el corazón. ¡Pleito! Esta palabra, anunciadora de una gran idea, se le quedó fija en la mente desde entonces, como grabada en fuego.

Una vez el molde en prensa, De-Hinchú aprovechó la ausencia de Webster para quitar la cita y sustituirla con una delgada tirita de plomo del mismo tamaño del tipo, grabada con caracteres chinos, formando una frase que, según creo, era una denigrante y completa declaración de la incapacidad y repugnancia de aquel funcionario, acompañada, en cambio, de una cláusula laudatoria de su propia personalidad.