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Actualizado: 6 de junio de 2025


La tengo perfectamente grabada en la memoria. Un rayo de sol que descendía desde la ventana del coro de San Dives, solía acariciar dulcemente las tupidas masas de cabello castaño de su hermosa cabeza y los negros arcos de sus cejas, y oscurecía la sombra de las sedosas pestañas sus ojos de azabache.

¡Nunca! ¡jamás! replicó Ester fijando las miradas, no en el Sr. Wilson, sino en los profundos y turbados ojos del joven ministro. Está grabada demasiado hondamente. No podéis arrancarla. Y ¡ojalá pudiera yo sufrir la agonía que él sufre, como soporto la mía! Habla, mujer, dijo otra voz, fría y severa, que procedía de la multitud que rodeaba el tablado. Habla; y dale un padre á tu hija.

Por cada calle que se recorre, el pié tropieza con algo que parece ser un pedazo del cadáver colosal de Roma. Donde quiera se ve alguna inscripcion romana, byzantina ó gótica, grabada en alguna lápida que un albañil iliterato ajustó de lado ó á la inversa en el muro remendado de alguna casa de menguado aspecto.

He aquí lector á lo que habían quedado reducidas las grandezas artístico arqueológicas acumuladas por los Duques de Alcalá, y ciertamente que apena considerar el abandono en que estuvieron las pinturas y esculturas del Palacio, como lo demuestra la circunstancia de que raros son los ejemplares que se citan que no vayan seguidos de la calificación de «maltratadosEn cuanto al monetario, también vemos la depredación que sufrió, la cual debió ser total en la parte de la gliptoteca, pues no se cita ni una sola piedra grabada.

Todo es allí curioso, en términos que se siente la tentacion de comprar de todo para llevar un museo andaluz. En cuanto á , las impresiones fueron tan vivas que conservo mi museo en la memoria. Sevilla me ha quedado tan vivamente grabada en la imaginacion como si hubiera pasado allí mucho tiempo. La Catedral. El Alcázar. La Lonja. El Museo de pinturas. La Universidad. La Casa de Pilatos.

No, sino que él llevaba grabada en el magín, como única apetecible y codiciable, la que realmente deseaba. Entretanto, la maquiavélica Cristeta estaba solita en su modesto albergue de la calle de Don Pedro, diciéndose: «Hoy me andará buscandoMartes. Hermoso día de otoño, aunque algo fresco.

Al cuarto quiso hacer lo mismo, se incorporó con violencia para que le vistieran, pero volvió a caer al instante sobre las almohadas para no levantarse más. Por la noche entregó el alma a Dios aquel bravo y pundonoroso soldado. ¡Pobre padre! El conde no podía recordar aquella escena, que había quedado profundamente grabada en su cerebro, sin que las lágrimas se le agolparan a los ojos.

Palabra del Dia

rigoleto

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