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Juan de Goyeneche, Vida de Antonio de Solís, que precede á las Varias poesías sagradas de este último: Madrid 1692. D. Nicolás Antonio. Otros aseguran que Alcalá fué el lugar de su nacimiento. Signorelli, Storia crítica de'Teatri. Nueva edición: Nápoles, 1813, tomo VII, pág. 107. Cythara de Apolo.

Soy la misma Sanguijuelera, más saludable que el tomillo, más fuerte que la puerta de Alcalá, siempre ligera para todo, siempre limpia como los chorros del oro, más fiera que el león del Retiro, si se ofrece, resignada con la mala suerte, sin deber nada a nadie, y más charlatana que todos los cómicos de Madrid».

P.D. Hernando Pantoja prior de las Cuevas, testamentario que dijo ser del Excmo. señor don Pedro Afán de Ribera, Duque de Alcalá, Marqués de Tarifa, Conde de los Molares, Adelantado Mayor de Andalucía y Visorey y Capitán General del Reyno de Nápoles, difunto y estando presente Baltasar de Torres mayordomo que había sido del dho. Duque y uno de los albaceas testamentarios del dho.

En la Friedrichstrasse y en Oxford Street hará ahora, seguramente, más frío que en la calle de Alcalá; pero no así en las casas de Oxford Street ni de la Friedrichstrasse. Y como no es en la calle, sino en las casas, donde realmente se vive, resulta que los madrileños son habitantes de un país frío, mientras que los londinenses y los berlineses lo son de países cálidos.

Yo, que vi cuán honrada gente era la que hablaba mi tío, confieso que me puse colorado, de suerte que no pude disimular la vergüenza. Echómelo de ver el corchete, y dijo: ¿Es el padre el que padeció el otro día, a quien se dieron ciertos empujones en el envés? Yo respondí que no era hombre que padecía como ellos. En esto, se levantó mi tío y dijo: -Es mi sobrino, maeso en Alcalá, gran supuesto.

D. Fernando Afán de Ribera Henríquez, Duque de Alcalá «Non tantum eruditioni evasit præstans atque adeo eruditorum verus alta MæcenasFué en tanto grado aficionado á las Letras, que no tenia rato en el tiempo que vacaba á los negocios públicos, en que el ocuparon los Sres.

Desde que empezó la batalla, D. Dionisio Alcalá Galiano sabía que la habíamos de perder, porque aquella maldita virada en redondo... Nosotros estábamos en la reserva y nos quedamos a la cola.

Un dato que el lector apreciará como mejor le parezca: conserva a su servicio la misma doncella que dormía en el cuarto contiguo a su tocador, en la casa de la calle de Alcalá, aquella noche que se menciona en el último párrafo de la primera parte de esta verídica historia.

Era esto, sin embargo, imposible; un largo y compacto cordón humano, compuesto de una muchedumbre heterogénea y abigarrada, llenaba de un cabo a otro la calle de Alcalá, cubriéndola en toda la gran extensión que por ambos extremos abarcaba la vista.

Memorias de la Academia de la Historia, tomo VI, ilustr. 5.ª Prescott, History of the reign of Ferdinand and Isabella, tomo III, pág. 484. Campomanes, Discurso sobre la educación popular de los artesanos, tomo II, pág. 472. Bernardo Ward, Proyecto económico sobre la población de España, tomo II, cap. 3.º L. Marineo, Cosas memorables: Alcalá, 1539, págs. 11 y 19.