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Actualizado: 3 de mayo de 2025


En una posada topé una compañía de farsantes que iban a Toledo; llevaban tres carros, y quiso Dios que entre los compañeros iba uno que lo había sido mío del estudio de Alcalá, y había renegado y metídose al oficio. Díjele lo que me importaba el ir allá y salir de la corte. Al fin me hizo amistad por mi dinero de alcanzar de los demás lugar para que yo fuese con ellos.

POEMAS DRAMÁTICOS DE BYRÓN, traducidos en verso por D. J. Alcalá Galiano. Un tomo, 4 pesetas. Ejemplares especiales. OBRAS de D. J. E. Hartzenbusch. HISTORIA DE LAS IDEAS ESTÍTICAS EN ESPA

Si llegaran á saber estos manejos Alcalá Galiano y Flórez Estrada ... le digo á usted que me voy á reír de gusto. Esas son las cabezas de adormidera que es preciso cortar exclamó el viejo, guiñando el ojo y haciendo con la mano derecha, movida horizontalmente, la señal de quien corta alguna cosa. Pues fuera una lástima, porque son buenos chicos.

La noche se echaba encima y bajaron despacio por la calle de Alcalá. Al pasar por delante de un restaurant, Mario tuvo una inspiración. ¡Si entrásemos aquí a comer! Carlota se opuso. No estaban ellos para gastar el dinero tontamente. Y siguieron caminando hacia casa. Pero Mario se había quedado silencioso y melancólico. Unos pasos antes de llegar Carlota se volvió hacia él con semblante risueño.

»En cuanto á los doscientos que contenía la maleta, se entregaron íntegros al señor Gil Ponce. »Juan volvió por vacaciones. »Por lo que había aprendido, comprendía que los maestros de Alcalá eran dignos por su ciencia de la famosa Universidad complutense.

Pasáronsenos tres meses en esto, y al cabo trató don Alonso de enviar a su hijo a Alcalá a estudiar lo que le faltaba de la gramática. Díjome a si quería ir, y yo, que no deseaba otra cosa sino salir de tierra donde se oyese el nombre de aquel malvado perseguidor de estómagos, ofrecí de servir a su hijo como vería.

Alcalá Galiano revistó la tripulación al mediodía, examinó las baterías, y nos echó una arenga en que dijo, señalando la bandera: «Señores: estén ustedes todos en la inteligencia de que esa bandera está clavada». Ya sabíamos qué clase de hombre nos mandaba; y así, no nos asombró aquel lenguaje. Después le dijo al guardia marina D. Alonso Butrón, encargado de ella: «Cuida de defenderla.

Mientras no se conteste satisfactoriamente a la pregunta, hay que considerarlo suyo. Hallábanse también por entonces en Nápoles el Virrey Duque de Alcalá, amigo de Pacheco, y el gran pintor español José Ribera el Españoleto.

Miraba a los tres caballeros, que se habían detenido algo más arriba, junto al jardín de Casa Riera. Parecía que se despedían. En efecto, dos siguieron hacia la Presidencia, y el del gabán claro bajó por la calle de Alcalá. ¡Instante tremendo, que no olvidaría jamás D. José Relimpio aunque viviera mil años!

Tal vez aceptase lo de dirigir la novillada. Ya se decidiría más adelante: quedaba mucho tiempo hasta el invierno. Una tarde, al anochecer, el espada, entrando en la calle de Alcalá por la Puerta del Sol, dio un paso atrás a impulsos de la sorpresa. Una señora rubia bajaba de un carruaje a la puerta del Hotel de París... ¡Doña Sol!

Palabra del Dia

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