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Á este pensamiento acudían á todas mis angustias y me sentía poseído por una viva curiosidad. Poco me importaba ya la cantante; lo que yo deseaba era saber quién era su compañero, aquel francés que me conocía y cuya presencia debía, por sola, aclarar la situación. Llegados al palco, Pector me dijo: ¿Nos quedamos? La verdad es, respondí, que me duele un poco la cabeza.

Camucha está en la tarea muy seria de un bargueño. Quién sabe cuándo lo terminará, porque no permite que nadie la ayude. Ella se lo piensa regalar a abuelita, y la verdad que el bargueño haría juego con el armario y con la cómoda. Yo desde el lunes también comenzaré a ir". "11 de junio. "Hoy Adriana trajo violetas, que Zoraida puso encima del piano. Nos quedamos conversando, todos.

Mas yo de un cabo y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos que cesó su llanto, con juramento que le hice de nunca más en mi vida mentalle nada de aquello, y que yo holgaba y había por bien de que ella entrase y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad. Y así quedamos todos tres bien conformes.

Pero cuando más embebido andaba en mis pensamientos y planes políticos, y cuando ya estaba próximo a doblar la esquina de la calle, he aquí que siento un brazo que se apoya en el mío y una voz que me dice: ¿Va V. muy lejos? ¡Teresa! Los dos quedamos mudos por algunos instantes; yo contemplándola estupefacto; ella con la cabeza baja y sin abandonar mi brazo. ¿Pero dónde va V. a estas horas?

Todavía le diría a usted más... Pero... Desengáñese usted; aquí no se lee. Nada tengo que replicar le contestaría yo, sino que hace usted lo que debe, y llévese el diablo las ciencias y la cultura. Lucidos quedamos, Andrés. ¡Pobres batuecos! La mitad de las gentes no lee, porque la otra mitad no escribe, y ésta no escribe porque aquélla no lee.

Quedamos, pues, convenidos en que yo sería su intérprete y en que nos trataríamos como viejos amigos. Ellos correspondieron tan bien á mis deseos, que hoy, al cabo de mucho tiempo, veo en ámbos dos personas que no me dejarán nunca olvidar cuanto hay en Francia de bueno y honorable.

Tenían sangre distinta; vivían juntos y tranquilos, pero no eran iguales ni podían serlo. Cada uno con los suyos. Y al decir esto, Pep recogió de la mesa los platos de la comida y los fue guardando en la cesta, preparándose para marcharse. Quedamos, don Jaime dijo con su tenacidad campesina , en que todo es broma, y usted no inquietará a la atlota con sus fantasías. No, Pep.

Le parecía que abandonándola, iba a perder el calor de aquella noche de dulce intimidad, el contacto del hombro suave y carnoso que había estado horas enteras apoyado en él. Mientras se ajustaba al cuerpo las prendas de su traje ya secas, Leonora le miraba fijamente. Quedamos entendidos, ¿eh? preguntó con lentitud. Amigos, sin esperanza de más.

No me permitiría jamás, vizcondesa, la broma más leve en asunto tan serio. Un relámpago de intensa alegría iluminó de pronto el gracioso rostro de la señora de Aymaret, y lanzando un grito de contento, tomó vivamente las manos de Pedro, diciendo a éste: ¡Ah! es usted un perfecto caballero. ¿Quedamos, pues, en que se encarga usted de mi embajada?

Si prescindimos de la imaginacion, y nos referimos al entendimiento puro, aunque descubrimos en él un tipo para juzgar de la infinidad ó no infinidad de los objetos que se le presentan, al reflexionar sobre el tipo en , perdemos la claridad que antes nos iluminaba, y hasta nos quedamos perplejos sobre la existencia del mismo.