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Actualizado: 17 de junio de 2025


Contó el ex-coronel aventuras con solteras y casadas, que a su amiga le parecían mentira, y no las habría creído si no las oyera de labios de persona tan verídica y formal. «¿Pero has visto? Si eso se dice, no se cree... Y si lo escriben, pensarán que es fábula mal inventada. ¡Qué cosas hacen las mujeres! Bien dicen que somos el Demonio».

que he creído ser Zumalacárregui, aunque si he de decirte verdad, aún en los momentos de más exaltada demencia había en el fondo de mi alma ciertas dudas... quiero decir, que no estaba yo completamente seguro de ser lo que decía, y mis dos personas, la verídica y la falsa se confundían y se separaban por momentos.... La manía de ser Zumalacárregui nació en del deseo de emularle.

Al dar la una en el reloj del despacho, don Juan sale de su casa llevando el corazón henchido de amor, el ánimo resuelto a todo y los bolsillos repletos de dinero. ¿Qué más necesita el hombre a quien aguarda una mujer? Capítulo XXIII Concluye ésta, entre verídica o imaginaria historia, con el raro ejemplo de una mujer que todo lo pospone al deseo de ser amada

Sus abuelos sabían mucho de esto. ¡Lástima que muriesen sin decir palabra!... Relataba la historia verídica de la caverna de Formentera, donde los normandos habían guardado los productos de sus piraterías en España e Italia: santos de oro, cálices, cadenas, joyas, piedras preciosas y monedas medidas a celemines.

Hacía tres noches que no iba por no encontrarme de frente con Suárez. A las altas horas di algunos paseos por la calle de Argote de Molina y volví a sentir un placer intenso viendo la reja de Gloria cerrada. Amaneció, al fin, el día 20 de agosto, memorable en el curso de esta verídica historia. Amaneció brillante como todos los anteriores, más que los anteriores, a mi juicio.

¿En dónde pasa la acción de esta verídica historia? En cualquier sitio delicioso de cualquiera provincia de España. En todas ellas hubo docenas de docenas de conventos, cuyos piadosos moradores atravesaban este valle de lágrimas sostenidos por su fe y por los copiosos tragos y valientes tajadas con que procuraban conservarse robustos para entrar con pie firme en la mansión de los bienaventurados.

Nótese, en prueba de la verdad de este aserto, que apenas hay historia, verídica o fabulosa, de dos muy finos amantes cuyo término venga a ser el matrimonio.

En la época á que se remonta la relación de esta historia, tan verídica como extraordinaria, lo mismo que al presente, para los que no sabían apreciar los tesoros del arte que encierran sus muros, la ciudad de Toledo no era más que un poblachón destartalado, antiguo, ruinoso é insufrible.

No muy lejos del tocador, una silla forrada de reps, sobre la cual descansaban hacinadas varias prendas de vestir, masculinas. Hasta el instante de dar comienzo esta verídica historia, nada más se veía. Esperemos. Suenan por la parte de afuera algunos ruidos matinales que dejan presumir el sitio en que nos hallamos.

Y con todo, a juzgar por un pasaje hasta ahora desconocido de esta verídica crónica, se equivocaban de medio a medio. Unos seis meses habían transcurrido desde la desaparición de la bella heroína. El chino trabajaba un día, como de costumbre, en el terreno de Galba, cuando dos mineros compatriotas suyos que pasaban provistos de largos palos y cestos, lo llamaron.

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