Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de julio de 2025


Los marineros rojos habían muerto hacía muchos siglos; el dragón había muerto también; el tesoro debía estar aún en Formentera. ¡Ay, quién pudiese encontrarlo!... Y el rústico auditorio temblaba de emoción, sin dudar de la existencia de tales riquezas, por el respeto que le inspiraba la vejez del narrador. ¡Plácidas veladas aquéllas, que ya no se repetirían para Febrer!

Bueno que allá en tierra firme, donde las gentes son felices y gozan mucho, se ensañase la muerte... ¿Pero aquí? ¿También aquí, en el último rincón del mundo? ¿No había límite ni excepción para la gran entrometida?... Era inútil imaginarse obstáculos. Ya podía el mar embravecerse entre las cadenas de islotes y escollos que van de Ibiza a Formentera.

El solitario vio por la parte de Formentera un dragón inmenso que poco a poco avanzaba en la línea del horizonte, con larga cola de nubes, para devorar traidoramente al sol moribundo. Cuando la roja esfera, huyendo de este peligro, se sumergió en las aguas, agrandada por un espasmo de terror, la tristeza gris del crepúsculo despertó a Febrer de su alucinación.

Formentera, deshabitada durante siglos, luego de haber sido granero de los romanos, servía de refugio traicionero a las flotas hostiles. Las iglesias de los pueblos eran aún verdaderas fortalezas con torres robustas, donde se refugiaban los labriegos al enterarse por las fogatas de que desembarcaban enemigos.

El mar batió furioso, en ciertos días, la cadena de islas y peñascos que forma entre Ibiza y Formentera una muralla de rocas, aportillada por estrechos y freos. En estos pasadizos marítimos, las aguas, antes tranquilas, de un azul profundo que refleja los fondos de arena, arremolinábanse lívidas, chocando contra las costas y las rocas sueltas, que desaparecían y emergían en la espuma.

Un día, al atardecer, vieron los tripulantes unas montañas azuladas por la distancia: la isla de Mallorca. Durante la noche se deslizaron á lo largo del obscuro horizonte los faros de Ibiza y Formentera. Al salir el sol, una mancha vertical de color de rosa, igual á una lengua de fuego, apareció sobre la línea del mar. Era la alta montaña del Mongó, el promontorio Ferrario de los antiguos.

Eran como los barcos que encallaban en Formentera antes que el gobierno pusiera faros. Los formenterinos, gente sin ley y dejada de Dios por ser de una isla más pequeña , encendían hogueras para engañar a los navegantes; y cuando se perdía el barco para éstos, no se perdía para los isleños, pues sus despojos hacían ricos a muchos.

Entre la isla del Espalmador y la de los Ahorcados, donde se abre el paso para los grandes buques, deslizábanse éstos teniendo que luchar con el ímpetu sordo de las corrientes y los dramáticos y ruidosos golpes de agua. Las embarcaciones de Ibiza y Formentera tendían la lona de su velamen para navegar al abrigo de los islotes.

Sus abuelos sabían mucho de esto. ¡Lástima que muriesen sin decir palabra!... Relataba la historia verídica de la caverna de Formentera, donde los normandos habían guardado los productos de sus piraterías en España e Italia: santos de oro, cálices, cadenas, joyas, piedras preciosas y monedas medidas a celemines.

Palabra del Dia

godella

Otros Mirando