United States or Cayman Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


La señá Eufrasia era la única que intentaba consolarlos con sus palabrotas enérgicas. Los demás, enardecidos y contentos por la proximidad de la tierra soñada, volvían la cabeza, huyendo de sus lamentaciones. Subido en un caramanchel, un hombre tocaba la gaita, saludando a Buenos Aires con el mugido melancólico del inflado pellejo. En el castillo de proa sonaba la flauta pastoril de los árabes.

La primera interrogación la hizo aproximándose á Robledo, pero éste se echó atrás, huyendo de su contacto. Las otras dos las acompañó llevándose las manos á las sienes, como si hiciese un esfuerzo doloroso para concentrar su memoria. Al fin, dijo otra vez con desaliento: ¡Han pasado tantos hombres por mi vida!...

Andronico tuvo aviso de la pérdida de Recrea, en tiempo que juzgaba á los pocos Catalanes huyendo la vuelta de Sicilia, y para atajar los daños que Berenguer hacia de toda aquella ribera de mar, que los Griegos llamaban de Natura, mandó á Calo Juan Déspota su hijo, que con cuatrocíentos á caballo, y la infantería que pudiese recoger se opusiese á Berenguer, y le impidiese el hechar gente en tierra.

Huyendo, pues, de encontrarle en alguna calleja ó sentado en el banco del portal de su padre, como suele estar todos los días, el seminarista ha salido tarde de su celda con el objeto de entrar de noche en el pueblo; y esto es lo que explica su tardanza, que ya va metiendo en cuidado á la tía Simona.

En el mismo instante se presentan también sus amos disputando vivamente, sacan las espadas, y Don Luis mata á Don Juan, huyendo en seguida de la posada para escapar de la justicia.

Entonces, vuelto á los suyos, les dijo el Mamaluco: Mucha gente tienen éstos alistada; y sin hablar más, haciendo tocar á retirada, se embarcó con todos los suyos en las canoas, huyendo á todo vogar, por no venir á las manos con tanta gente; y quiera el cielo que así como los cristianos Guaranís, de mucho tiempo á esta parte son el terror de estos crueles enemigos, así lo sean también los Chiquitos reducidos á la fe y al gobierno civil.

Llega al campamento enemigo el infante Don Enrique, huyendo de Portugal, en ninguna de cuyas poblaciones lo han querido recibir por ser adversario del rey de Castilla; su plan es pasarse al partido de los moros para tomar venganza de su hermano.

Podían exigir el sacrificio de su vida, ¡pero ordenarles que marchasen día y noche, siempre huyendo del enemigo, cuando no se consideraban derrotados, cuando sentían gruñir en su interior la cólera feroz, madre del heroísmo!... Las miradas de desesperación buscaban al oficial inmediato, á los jefes, al mismo coronel. ¡No podían más!

Acometía al trapo rojo, siguiéndolo por algunos instantes, pero de pronto daba un bufido de extrañeza y volvía su cuarto trasero, huyendo en distinta dirección con violentos saltos. Su ágil movilidad para la fuga indignaba al público. Eso no es toro... ¡es una mona!

Creo, señora, que la camarera mayor y el duque de Lerma, saben que paso la noche con vos. Pero saben que la pasáis por sorpresa. No tanto, no tanto. Os habéis venido huyendo del duque de Lerma. ¿Qué hacéis? dijo Felipe III. Ya lo veis, me siento. No creo que sea hora de velar, ni yo ciertamente he venido aquí para trasnochar sentado junto á vos. La reina no contestó. Vos no me amáis dijo el rey.