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Su nariz, en guisa de interrogación, bien merece un soneto quevedesco o una de las loas que rimara Rostand en el Cyrano; su melena, romántica y subversiva, flota como airón en las revueltas populares, y es como el símbolo orgulloso de toda su vida.

Su primera ojeada era todo un examen. Me envolvía en aquella amplia y deslumbradora mirada que quería sondear mi conciencia y reconocer en el fondo de mi corazón las tempestades formadas o resignadas desde el día anterior. Su primera frase era una interrogación: «¿Cómo le va a ustedAquel ¿Cómo le va a usted? significaba: «¿Es usted más razonable

En seguida le pasé la traducción, buena o mala, pero copiada de mi propia versión con un signo de interrogación que quería expresar: «No respondo de nada; examínela ustedMe dirigió una sonrisa de agradecimiento, y sin más continuó escribiendo. Algunos instantes después me dirigió un segundo mensaje que decía: «¿Es usted nuevoLa pregunta me demostraba que también lo era él.

La misma arruga dolorosa la cruzaba siempre, la misma fatal interrogación se leía constantemente en ella. ¿En esta agitación eterna de las aguas hay algo más que una fuerza ciega empujando los átomos unos contra otros? ¿La luz hermosa que reverbera en el horizonte es algo más que una vibración de la materia?

Don Manuel había estado en América dos años, y esta interrogación expresiva ¿no?, importada de aquel mundo joven, la usaba todavía en ciertos momentos. Se miraron con sorpresa sus dos contertulios, y ambos dijeron que «» varias veces, en contestación a aquel «no» interrogante. Vamos a ver indagó el solariego, que parecía un resucitado : a ustedes ¿qué les parece de mi hermana?

En el rostro del General se adivinaba muda interrogación. Los ojos de Flavia no eran menos elocuentes. La sospecha cunde con facilidad portentosa. Voy a ver quién es ese hombre dijo Sarto. No, iré yo misma exclamó la Princesa. Pues en tal caso, venga Vuestra Alteza sola murmuró Sarto.

Flavia tomó asiento y yo permanecí en pie ante ella. Luchaba conmigo mismo y creo que hubiera triunfado si en aquel momento no me hubiese dirigido ella una mirada breve, repentina, que equivalía a una interrogación; mirada a la que siguió fugaz rubor. ¡Ah, si la hubieseis visto en aquel instante! Me olvidé del Rey prisionero en Zenda y del que reinaba en Estrelsau.

Me turbé horriblemente; no pude soportar ni la dulzura de aquella mirada ni la penetración de su ternura; no qué confusión se apoderó de ante la vaga interrogación insoportable que ella expresaba. Déjeme, se lo ruego, querida tía le dije. Y subí precipitadamente a mi habitación.

¡Granuja! ¡Grandísimo perro! ¿Conque eres el que me quitas el agua del molino? ¡Te voy a desollar vivo! ¿Es tu padre quien te enseña esas picardías? ¿Es el maestro quien te las enseña? ¡Desvergonzado, cínico! Le tenía asido fuertemente por entrambas orejas, y a cada interrogación le daba una fuerte sacudida.

Pero no debíais, tener veinticinco años cuando vinisteis a estableceros aquí, ¿verdad? Silas se estremeció ligeramente cuando el señor Macey tomó aquel tono de interrogación, y respondió con suavidad: No lo , no lo podría decir con exactitud; ¡hace de eso tanto tiempo!